Vacaciones, fiestas, alcohol, verano, playas… muchas tentaciones. No eres la primera persona que con este ambiente no haya deseado tener sexo en el agua. Sin embargo, con el amor bajo el agua existe más de un riesgo:
- Te arriesgas a portar un montón de bacterias
En el agua del mar, de la piscina, de un lago o de un río sobran bacterias de todo tipo que tu piel tolera bien, pero que no necesariamente quieren estar en contacto con tus zonas íntimas.
Especialmente en una piscina, si el agua no está lo suficientemente limpia y no tiene la cantidad de cloro correcta, te arriesgas muy mucho a pescar una infección urinaria. Y al revés: un agua demasiado clorada puede favorecer la aparición de hongos.
- Puede ser muy doloroso
¿Quién dice que el agua ayuda a lubricar? ¡Error! Más bien al contrario: el agua de mar reducirá bastante, e incluso eliminará totalmente, la lubricación natural.
Lejos de estar como peces en el agua, serás víctimas de la sequedad, la irritación y la fricción.
Y si es en una piscina, el cloro puede irritar la vulva o la vagina tras el coito. Muy lejos del glamour con el que soñabas…
- ¡Alerta! ¡ETS a la vista!
Otro riesgo, y no menor, es el de contagiarte de una enfermedad de transmisión sexual (ETS). Efectivamente, la fricción causada por la falta de lubricación aumenta el riesgo de que el preservativo se rasgue.
Porque el hecho de hacer el amor en el agua no implica, de ningún modo, que no tengas que protegerte (salvo que así lo hayas decidido con tu pareja, claro). Según Catherine Solano, médica sexóloga, ya sea con o sin agua, si no te has hecho la prueba del sida, no estás vacunado de la hepatitis B o si tú o tu pareja no son completamente fieles, hay que usar un preservativo siempre.
Su consejo: “Cuando se use un condón para hacer el amor en el agua, hay que ponérselo y quitárselo fuera de ésta”.
Con información de Huffington Post