Para la historiadora Karen Cordero, quien participó anoche en la mesa “Cuerpo, materia, espacio: vehículos de transgresión en la obra de Louise Caroline Bourgeois”, pese a que la producción de la reconocida escultora francesa fue tardía, el espectador se relaciona mucho con ella, por su intensidad.
En la Sala Internacional del Palacio de Bellas Artes, la también curadora comentó que desde su cuerpo y experiencia, la obra de Bourgeois no necesita de un aparato psicoanalítico para comprenderse.
“Nada de eso, ella trabaja desde los propios materiales y formas icónicas, además de poseer una expresión plástica que se vincula con el tacto y lo afectivo”, expuso.
Acompañada del especialista en filosofía y literatura José Ignacio Prado y de la escultora Miriam Medrez, Cordero elogió la exposición “Louis Bourgeois, Petite Maman”, presente en el recinto de mármol.
“Es una exhibición extraordinaria y es un privilegio tener su obra en México, por el tamaño y las obras que exhibe”, apuntó.
Durante la ponencia, tanto Prado como Mederz elogiaron la obra plástica de quien es considerada una de las artistas más contundentes, sugerentes y extraordinarias de la historia del arte del siglo XX.
De igual manera, la recordaron como una artista que creó un corpus de obra rico y siempre innovador, en el que entrecruzó algunos de los principales movimientos vanguardistas del siglo XX, entre ellos, el Surrealismo, el Expresionismo Abstracto y el Posminimalismo, sin renunciar a su propia visión creativa.
Al tomar de nuevo la palabra, Karen Cordero indicó que una de las cosas más importantes de la artista “es que realmente desarrolla un modo de hacer arte y que se expresa muy específicamente en términos que van de lo monumental a lo íntimo; la subjetividad femenina”.
“Sin concesiones a estereotipos, Bourgeois parte de la experiencia corporal de la mujer y aborda de manera valiente y directa los conflictos alrededor de temas como la maternidad, la pareja, la construcción y la fragmentación de la identidad propia en un contexto social, siempre vinculando lo personal con aspectos políticos”, refirió.
Por otro lado, calificó la monumental escultura de la araña -que se exhibe en la explanada de Bellas Artes- como una obra icónica, asociada con la propia iconografía de la artista con la madre.
“Tiene que ver con un concepto femenino, entendiendo esto como una figura que teje y que se vincula con varias de sus obras hechas de tela”, mencionó.
Cordero recordó a la artista francesa como una creadora que comenzó muy tarde a realizar su trabajo artístico, a la edad de 50 años; “es una creadora que se manifiesta no como una jovencita, sino como gente madura”, acotó.
“Mucho de la obra en la exposición y de sus hitos creativos son creaciones de los 80 y 90, incluso de principios del presente siglo, entonces, hablamos de una artista aparentemente tardía en su vida, pero de una gran creatividad, pues nunca se sentó en ningún estilo”, dijo.
A decir de Cordero, así como para el amor no hay edad, para el arte tampoco. “La edad del arte es la edad de la creatividad y, en este caso, es una artista que tiene que ver con una madurez personal”, concluyó.
México, 10 Ene. (Notimex).