Con el nuevo año llegan también los nuevos propósitos y objetivos que nos gustaría conseguir: pérdida de peso, ganar algo más de dinero, terminar los estudios, apuntarse a cursos, ser más feliz, ayudar a los demás, ser una buena compañía, ponernos al día con alguna actividad aplazada… ¡Tenemos infinitas opciones!

Es muy posible que algunos de estos propósitos sean viejos conocidos y formen parte de nuestra lista desde hace años, es decir, acabamos el año sin haberlos conseguido y aunque nuestra motivación inicial sea grande, poco a poco los vamos abandonando.

Aquí hay una serie de consejos para organizarnos, mentalizarnos y apoyarnos en las ganas que tenemos hoy para que no falten mañana. De esta manera estaremos alimentando nuestros esfuerzos de manera continuada y si está en nuestra mano lograremos todo lo que nos propongamos gracias a tres factores: definición, esfuerzo y evaluación.

  • Definición: es fácil de identificar ya que se trata de lo que queremos conseguir, sin embargo, definir es un arte y si lo hacemos correctamente nos servirá para acercarnos a nuestros objetivos. Por el contrario, una mala definición puede hacernos fracasar prácticamente antes de empezar a intentarlo. Cuando definimos nuestros propósitos es bueno tener una idea general y elevada. Es decir, planea a lo grande porque así nuestra motivación será mayor. En esta parte del proceso es válido cualquier sueño, aunque parezca poco realista como tener un cuerpo diez, encontrar un trabajo estupendo, ser la persona más simpática, no tener problemas de salud… ¡aprovecha que soñar es gratis!

Una vez tenemos nuestra gran meta, lo que necesitamos es volver al mundo real, y desglosar este gran objetivo en otros más pequeños y accesibles a corto o medio plazo. Consiste en establecer pequeños peldaños de una escalera que nos acerque al objetivo mayor, y es fundamental que seamos lo más meticulosos posible. De esta manera si el objetivo es tener un cuerpo perfecto, los pequeños peldaños pueden ser del tipo: apuntarnos al gimnasio, ir varias veces por semana, planificar la alimentación que vamos a seguir, perder cierta cantidad de peso a la semana….etc. Conductas que podamos valorar cada poco tiempo para detectar posibles fallos y corregirlos lo antes posible.

Cuando transformamos nuestras pequeñas metas en acciones concretas y evaluables, además estaremos proponiendo ideas y guías fáciles de seguir. Además, los resultados serán visibles a corto plazo y la motivación será mayor. Los objetivos vagos o demasiado generales no estarán bien definidos y por tanto serán más difíciles de seguir.

  • Esfuerzo: se trata de objetivos que queremos conseguir y no hemos hecho aún, de modo que tenemos que aceptar que vamos a tener que esforzarnos pero valdrá la pena. Si los esfuerzos van a ser tan grandes que nos va a impedir lograrlos, será mucho mejor que nos centremos en otros objetivos. Como ya he dicho hay infinitos.

Para mantenernos motivados y que el esfuerzo sea menor, tenemos que facilitarnos el trabajo y no ser demasiado exigentes en las pequeñas metas. Tenemos tiempo para lograrlos, así que es mucho mejor ir con calma, sobre todo cuando correr va a significar el abandono.

Por fortuna, podremos llegar al mismo lugar utilizando varios caminos, así que podemos elegir el que menor esfuerzo nos vaya a suponer o el que más vaya con nosotros. No se trata de pereza sino de ayudas para conseguir aquello que nunca conseguimos.

Otro aspecto importante es asumir que quizá tengamos que cambiar algo de nosotros mismos. No suele ocurrir que consigamos algo nuevo haciendo lo mismo de siempre, Debemos enfocarnos en nuestras metas y modificar los comportamientos que nos alejan de ella, de modo que es muy habitual que nos propongamos otros objetivos durante el proceso para llegar al inicial. Una vez más tendremos que repetir el proceso para estos sub objetivos.

  • Evaluación: a pesar de explicarlo por separado, la evaluación estará presente a lo largo de todo el proceso, e iremos continuamente valorando si las pequeñas metas o peldaños se consiguen o por el contrario tendremos que cambiar nuestra forma de proceder.

Cuando los vayamos consiguiendo tenemos que premiarnos, no sólo por haberlo logrado sino mediante otro tipo de premios: comprar algo que queramos, ir a algún sitio especial, dedicar tiempo a alguna actividad…Lo que nosotros queramos. En este caso estaremos muy felices, ¿pero qué podemos hacer si no lo logramos? Si ocurre esto será mucho más necesario animarnos. Debemos intentar que cada fallo nos acerque a nuestras metas en el futuro. Puede servir como aprendizaje, como ensayo, para detectar los errores e incluso para definir los pequeños pasos que daremos en el futuro.

Pese a lo que podamos pensar, la felicidad que proporcionan los objetivos logrados es momentánea, pero si conseguimos que el proceso sea divertido siempre podremos ser felices mientras trabajamos en otros objetivos. No se trata de una lucha, ni debemos presionarnos. La fuerza de voluntad es muy fuerte pero a largo plazo no funciona, sin embargo, siempre estaremos dispuestos a pasarlo bien, así que el reto es tratar de convertir las obligaciones en acciones con las que disfrutemos.

¿Cuáles son tus propósitos? Mucha suerte con ellos.

Fuente: Nosotras