De acuerdo a la organización británica Carbon Trust, un árbol de verdad que acaba convertido en astillas para carpintería o es quemado como leña tiene una huella de carbono de 3,5 kg de dióxido de carbono o CO2.

Si el árbol termina descomponiéndose en un vertedero, su huella aumenta significativamente a 16 kg.

Sin embargo, ambas cifras palidecen en comparación con la huella de carbono de un árbol artificial de dos metros, que se estima en 40 kg de CO2.

Esto significa que si alguien tiene un árbol artificial, debería reutilizarlo durante 12 años para convertirlo en una opción más verde que un árbol de verdad que acaba como leña.

La mejor opción ecológica sería comprar un árbol en una maceta y plantarlo en un jardín o un parque luego de Navidad.

(BBC)