El ex reservista de la Armada que mató a 12 personas en una instalación naval de Washington creía escuchar voces y recibía tratamiento psiquiátrico, pero nunca le fue revocada su autorización para pase de seguridad, dijeron el martes las autoridades.

Aaron Alexis, experto en informática de 34 años de edad y quien trabajaba como contratista para una empresa en la industria de defensa, utilizó un carnet válido para entrar en las resguardadas instalaciones el lunes por la mañana y disparó a mansalva, informó el FBI. Fue abatido por la policía.

Las razones que llevaron al asesino a perpetrar semejante matanza no se saben todavía. Es la más grave masacre en una instalación estadounidense desde la de Fort Hood, en Texas, en el 2009.

Fuentes policiales dijeron a la AP que a todas luces, no se trata de terrorismo, y que no se han hallado panfletos ni escritos que apunten hacia una ideología política o religiosa.

Alexis tenía un historial de problemas psiquiátricos, entre ellos paranoia e insomnio, y alucinaba pensando que escuchaba voces, dijeron las fuentes, que pidieron no ser identificadas.

El individuo llevaba recibiendo tratamiento médico desde agosto en el Hospital de Veteranos de Guerras, añadieron las fuentes.

La Armada no llegó a declararlo mentalmente incapaz, lo que hubiera llevado a que le retiraran la autorización para entrar a ciertas instalaciones y recibir información.

El ataque previsiblemente avivará el debate sobre la necesidad de revisar mejor los antecedentes de personas que son contratadas por terceros y que tienen acceso a instalaciones y equipos de alta seguridad, como ocurrió con Edward Snowden, quien filtró secretos del gobierno recientemente tras ser un contratista de tecnología para la Agencia de Seguridad Nacional.

El secretario de la Armada, Ray Mabus, ordenó dos revisiones de seguridad el martes para investigar la seguridad de las instalaciones navales y cómo se verifica a sus empleados. Un funcionario de defensa de alto nivel también dijo que el secretario de Defensa, Chuck Hagel, planea ordenar una revisión de la seguridad física y el acceso a las instalaciones del departamento en todo el mundo.

Horas después del suceso del lunes, empezaron a dilucidarse datos biográficos sobre Alexis: un hombre negro, criado en la ciudad de Nueva York quien se había convertido al budismo, pero sufría de arranques de furia. Su última dirección conocida era en Fort Worth, Texas.

Solía quejarse de la Armada y de cómo era víctima de discriminación. Se había metido en problemas con la ley debido a incidentes con armas de fuego en el 2004 en Texas y el 2010 en Seattle. Fue acusado de alterar el orden público tras ser expulsado de un club nocturno de Atlanta en el 2008.

Los incidentes de insubordinación, mala conducta y ausencias no autoorizadas obligaron a la Armada a darle de baja anticipadamente en el 2011, tras casi cuatro años siendo reservista, dijeron fuentes oficiales. Durante su servicio militar, trabajó reparando sistemas eléctricos de aeronaves en Fort Worth.

Además de las personas ultimadas en el ataque en el Astillero Naval de Washington, ocho personas resultaron heridas entre ellas tres por impacto de bala, un policía y dos mujeres civiles, dijeron las autoridades. La prognosis es positiva para los tres.

Las edades de las muertes iban de los 46 hasta los 73 años, dijeron las autoridades. Algunas de las víctimas eran civiles contratados por la fuerza militar pero no militares activos.

Entre los fallecidos estaban: Michael Arnold, de 59 años, un veterano de la Armada y piloto aficionado que había construido una avioneta en su hogar; Sylvia Frasier, de 53 años, quien trabajó en seguridad cibernética; Kathleen Gaarde, de 63, analista financiera y Frank Kohler, de 50, ex presidente del Club de los Rotarios en Lexington Park, Maryland, quien se disfrazaba del “Rey de las Ostras” en el festival gastronómico local.

El ataque se produjo en un solo edificio del fuertemente resguardado Astillero Naval (un ex astillero que hoy día es sede de oficinas administrativas de la Armada de Estados Unidos), alrededor de las 8:20 de la mañana (1230 GMT) en el corazón de la capital, a menos de seis kilómetros (cuatro millas) de la Casa Blanca y a tres kilómetros (dos millas) del Capitolio.

Washington estuvo en vilo. El alcalde Vincent Gray dijo que no había indicios de que se tratara de un atentado terrorista, pero añadió que no se ha descartado esa posibilidad.

“Esta es una tragedia espantosa”, dijo Gray.

El agresor portaba una escopeta y dos pistolas, pero no un fusil de asalto AR-15, como se había reportado inicialmente. La escopeta era suya y las dos pistolas se las había quitado a policías en el lugar, dijo un funcionario.

Durante gran parte del día el lunes, las autoridades dijeron que buscaban a un segundo agresor que supuestamente llevaba uniforme militar camuflado, pero pocas horas después aclararon que estaban convencidos de que fue un solo agresor, y se abrieron las calles que habían sido cerradas alrededor.

“En estos momentos estamos confiados en que fue una sola persona la causante de las pérdidas de vida hoy en la base militar”, declaró la directora de la policía de Washington, Cathy Lanier.

El presidente Barack Obama lamentó “otro tiroteo masivo” que cobró la vida de “patriotas” estadounidenses y prometió que se fincarán cargos “a quienes perpetraron este acto cobarde”. Obama no ha conseguido que se apruebe una legislación para el control de armas por la feroz oposición de políticos conservadores y defensores de derecho a la tenencia de armas de fuego.

El FBI se ha hecho cargo de la investigación.

El ataque ocurrió cuatro años después de que el psiquiatra del ejército Nidal Hasan mató a 13 personas en Fort Hood, en lo que él calificó como un acto para salvar las vidas de musulmanes en otras tierras. El mes pasado fue hallado culpable y sentenciado a muerte.

Al momento del suceso del lunes, Alexis era empleado de The Experts, una compañía que había sido subcontratada por el Departamento de Defensa para trabajar en un proyecto de computadoras para la Armada y la Infantería de Marina, dijeron las autoridades.

Valerie Parlave, directora de la oficina del FBI en Washington, dijo que Alexis tenía acceso al astillero y que su carnet era válido.

El Astillero Naval de Washington es un laberinto de edificios y calles en una superficie de 16 hectáreas (40 acres) protegido por guardias armados y detectores de metal, donde los empleados deben mostrar sus identificaciones en los puntos de acceso. Allí trabajan unos 18.000 empleados.

El suceso ocurrió en el Edificio 197, sede del Comando de Sistemas Navales, a cargo de adquirir, construir y mantener buques y submarinos. Unas 3.000 personas trabajan en ese edificio, muchas de ellas civiles.

Según testigos, el agresor disparó desde un balcón en el cuarto piso hacia el piso inferior, que incluye una cafetería. Otros dijeron que el atacante disparó su arma desde un pasillo en el tercer piso.

Patricia Ward, una especialista en logística, recordó que estaba en la cafetería desayunando cuando escuchó los disparos.

“Vinieron tres disparos, uno detrás de otro, ¡pum, pum, pum! y tres segundos después hubo como siete disparos más, así que empezamos a correr”, relató Ward.

Fuente: Vanguardia | AP