Aislamiento, amenazas, humillación, hasta el abuso físico. Estas son las armas del control coercitivo, una estrategia que usan algunas personas contra sus parejas. La relación se vuelve una trampa diseñada para la dominación en lugar de tratarse de amor y apoyo.

Los víctimas de parejas abusivas se sienten ansiosas y asustadas. El control coercitivo les quita su independencia, autodefensa y derechos básicos, como decidir sobre su tiempo, amigos y apariencia.

Muchos que aplican el control coercitivo lo hacen sin usar violencia física. Puede que algún tercero no note las señales en una pareja así, los que lo aplican suelen ser personas con mucho encanto.

Las víctimas de estas parejas se sienten como rehenes. Con el tiempo, tanta interrogación, crítica, acoso y monitoreo parece parte de una rutina sin salida. Las víctimas con frecuencia se culpan a si mismas por la desesperación y desorientación que sienten.

Es fácil para que una persona en esta posición pierda la confianza y acepte la realidad que su pareja la impone. Se sienten confundidos y se sienten responsables por causar los comportamientos de su pareja haciendo algo que está “mal.”

Una vez una persona controladora tiene a su pareja atrapada, hará todo para prolongar la relación. Las cosas pueden tornar muy feas si la víctima decide irse. Por esta razón, aunque no haya violencia física, es importante que una persona en esta situación busque ayuda de alguna agencia de abuso doméstico.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.