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La acromegalia o crecimiento anormal de huesos de la cara, pies y manos, principalmente, es una afección que puede ocurrir desde la infancia, en este caso denominada gigantismo, cuyo abordaje temprano es fundamental para mejorar el pronóstico de los pacientes.

El experto del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco, Miguel Escalante Pulido, señaló que la acromegalia en adultos o gigantismo en jóvenes, se origina debido a la aparición de un tumor en la glándula hipófisis, que se traduce en la producción desmedida de hormona del crecimiento.

El médico, quien encabeza el departamento de Endocrinología y Unidad Metabólica en el Hospital de Especialidades del Instituto en el estado, indicó que en niños y en adolescentes, el diagnóstico de esta anormalidad es relativamente sencillo.

“Empiezan a crecer en forma exagerada en función de su edad, además de sufrir cambios en el tono de su voz, datos que alertan a los padres de familia y los mueven a buscar valoración médica para sus hijos”, dijo.

En los adultos por su parte, añadió, los cambios suelen ser sutiles y además del crecimiento de huesos de la frente, la mandíbula, manos y pies, presentan sudoración excesiva y engrosamiento de la piel y de la voz.

Refirió que aunque en la mitad de los casos en el desarrollo de la acromegalia existe un componente genético, en el otro 50 por ciento se trata de problemas cromosómicos espontáneos por efecto del medio ambiente, entre otros factores.

Señaló que al ser un problema sistémico, es decir, con repercusiones en diferentes órganos y sistemas del cuerpo, el paciente con acromegalia suele tener alteraciones en la producción de otras hormonas.

Entre ellas las sexuales, inhibiéndose su capacidad reproductiva, pero también se elevan sus cifras de colesterol y triglicéridos, con lo cual se les aumenta el riesgo a sufrir enfermedades cardiacas conocidas por ser un importante motivo de muerte.

Agregó que dada la lentitud con que ocurren los cambios físicos del adulto que desarrolla acromegalia, el diagnóstico de ésta se hace entre los cinco y los ocho años posteriores a su inicio, lo cual da cierta desventaja al paciente.

Además de los rasgos físicos, para el diagnóstico de la acromegalia deben realizarse estudios que incluyen medición de niveles de la hormona del crecimiento, así como rayos X y tomografías, entre varios más.

El tratamiento de la acromegalia amerita cirugía para extirpación del tumor en la hipófisis que, en el 95 por ciento de los casos da origen a esta enfermedad, comentó el médico, para añadir que además se requiere la administración de fármacos muy específicos para inhibir la producción excesiva de hormona del crecimiento.

“Notar crecimiento en los pies a edades adultas cuando esto es inusual, puede ser un indicio muy importante de acromegalia y en cuanto se perciba esta anormalidad, se debe acudir con el especialista, en este caso, con el endocrinólogo quien determinará el plan a seguir”, insistió.

Señaló que si no se controla, la acromegalia reduce la calidad y el tiempo de vida de la persona:

“con un tratamiento adecuado y oportuno, la persona tiene un promedio de vida similar al de quienes no padecen la enfermedad, pero en caso contrario, las expectativas se reducen entre 10 y 15 años”, de ahí la importancia de su diagnóstic

Guadalajara, 31 Jul. (Notimex).