Iris Scott es una artista de Nueva York que en 2009, mientras vivía en el extranjero, tuvo un golpe de flojera durante una tarde en la que hacía demasiado calor. Aquel día, durante la elaboración de una pintura, decidió no detenerse para lavar sus pinceles y optó por usar sus dedos. Fue en ese momento que descubrió una nueva técnica que cambió el curso de su carrera.
Después de unos cuantos golpes de pintura con los dedos, Iris había descubierto su propio estilo impresionista y desde entonces no ha vuelto a utilizar ninguna herramienta más que sus manos. Este es el resultado: