Así como Pierre Soulages es el único pintor europeo que trabaja con el negro, la artista plástica mexicana Beatriz Zamora es la única en América que se ha desarrollado en este mismo sentido. La diferencia, dice Zamora, es que al creador de Francia lo han reconocido internacionalmente y a ella no.
“Casi nadie ha entendido mi obra”, dice la pintora Beatriz Zamora. “Por años he recibido toda la agresión del mundo: me han cerrado las puertas, he pasado mucho tiempo sin vender cuadros. Incluso, en Nueva York, donde viví ocho años, la pasé muy mal: nadie entendía mi obra, no vendí ninguno de los 800 lienzos que pinté”, dice la creadora, sentada en la sala de exposiciones del Museo de la Cancillería, donde se encuentra su más reciente exposición: El negro en la negrura, en la que exhibe 80 piezas de su autoría.
Zamora —quien forma parte del proyecto El Milenio visto por el Arte— regresó de la Gran Manzana sin dinero y sin casa donde poder vivir. Con el paso de los días pudo rentar un departamento en la calle Allende, donde logró montar un estudio en el que estuvo 14 años: “Cuando me desalojaron del lugar, necesitaron tres camiones para trasladar las 12 toneladas de obra que había en ese sitio. La obra la llevaron a una bodega en Iztapalapa, que pertenece al gobierno del Distrito Federal”, comenta la ganadora de premios como Cloaticue, de la Coordinación Internacional de las Mujeres en el Arte, así como de la beca Pollock-Krasner Foundation, en Nueva York.
La cita para hablar con MILENIO sobre su más reciente exposición es a las 17:00 horas. Beatriz llega puntual, viste completamente de negro, para estar de acuerdo con su muestra y con la teoría que ha desarrollado durante los últimos 12 años, y que hoy sustenta al decir: “97 por ciento del universo es negro”.
Cuenta que desde 1977 se ha dedicado a trabajar las distintas formas de negro que hay. Incluso define no solo su trabajo sino su vida a partir de este color, como también lo hace con su vestimenta y actitud: “Soy la única mujer en la historia de México y América
en decidirme a pintar el negro”.
Al cuestionarle por qué ha decidido que su vida artística esté determinada por este color, la también integrante de instituciones como el Salón de la Plástica Mexicana, la International Association of Artists de Estados Unidos, la Sociedad Mexicana de Artistas Plásticos y la Confederación Internacional de Autores y Compositores, entre otras, responde rotundamente: “Porque sí”.
Toma un poco de aire, y comenta: “El negro es el sí mismo, es la mismidad. Entre galaxia y galaxia, en el Universo hay millones de años luz que son de ese color. La Tierra es un fragmento de ese universo: nosotros somos la mismidad. El negro es el potencial total de la ley natural y la base de mi obra”.
La creadora, que entre 1962 y 2012 ha expuesto de manera individual unas 80 veces y otras 250 de forma conjunta, menciona a espaldas de una de sus obras más llamativas, una escultura de carbón, que la gente tiene muchas creencias; sin embargo, añade, en lo único que el ser humano no cree es en lo que somos. La sabiduría cura y opera en la oscuridad.
“Si tengo la conciencia de que venimos de un universo, vamos a lograr tener conciencia, y por lo tanto libertad. Nuestra cultura está fundamentada en lo blanco y lo negro, que representan lo positivo y lo negativo, lo masculino y lo femenino, respectivamente”, dice la artista, cuya exposición se mantendrá abierta hasta el 17 de septiembre.
Zamora explica que haciendo esta diferencia entre el blanco y el negro, la cultura humana ha intentado aplastar a la mujer; los bancos, el dinero, el sistema han intentado desplazar a la mujer: “El Estado es una de las principales fuentes de contaminación del país. Todo mundo se siente con derecho de decirte qué hacer. Cuando decidí que quería ser pintora, inicié trabajando sobre el amor, pero me di cuenta que el amor es cósmico, y por lo tanto negro, ya que es parte del universo”, argumenta, efusiva, la artista.
Milenio