El 90 % de lo exhibido en México durante el año del reporte correspondió a películas estadunidenses.
Semana Mayor, vacaciones, tiempo libre, cine. Secuencia impecable para los que, nostálgicos vaya a saberse de qué tiempos idos (afortunadamente) en los que no era bien visto vacacionar en los días santos, a veces escogemos la ciudad en jueves y viernes, con su aspecto de epidemia devastadora que hubiera dejado las calles solas. Más fácil que ir al cine en días así, imposible, sobre todo si a uno le sigue girando en el cerebro la información que contiene el Anuario Estadístico del Cine Mexicano, que nos ofrece el área de Investigación Estratégica, Análisis y Prospectiva del Imcine. El documento presenta información general en primer término.
Por ejemplo, en el 2012 se rompió el récord de películas nacionales filmadas en un año, con un total de 112. Nuestro récord, claro, pero cifra definitivamente insignificante si lo que pretendemos es competir de verdad con la producción mundial, y cifra que se cae de inmediato con el siguiente dato: más películas pero menos espectadores, al disminuir de 7.5% del total de asistentes a una función de cine en 2011 para ver una película mexicana, a 4.8% para el año del récord de producción. Si consideramos la opinión de algunos expertos, a pesar de que hacemos mejores películas no logramos sacudirnos el lastre de las décadas trágicas que siguieron a la época “de oro”, los vergonzosos años setenta y ochenta del siglo pasado, que oscilaban de las ficheras y la comedia ultravulgar a las rarezas seudo intelectuales que nada más nadie entendió nunca. Otras cifras nos dicen que 90% de lo exhibido en México durante el año del reporte correspondió a películas estadunidenses, el 6% a películas europeas, y un escaso 4% a cine nacional, de manera que nuestro 4.8% de audiencia apenas supera un poco a la oferta, dejando claro que por lo menos en porcentajes las 112 películas fueron competitivas, y que tal vez cuando hiciéramos dos mil nos quedaríamos con la mayoría del público. Por ahora, claro, el dinero no se gasta en producción, y la inversión en cine se dedica en su mayoría a la compra de derechos y distribución de cine estadunidense, el único que hasta ahora parece ser garantía de verdadero negocio, ése que hoy detenta un poderoso duopolio que quiere utilidades prontas de su cuantiosa inversión en infraestructura y publicidad.
El mismo trabajo del Imcine obtuvo cifras de calificación de las películas nacionales por parte de los espectadores, para que en escala de uno a diez nuestro promedio haya sido de 7.8, no malo si se compara con el 8.1 del cine hecho en Hollywood y publicitado hasta el hartazgo en todo y para todo. El Anuario concede especial valor a la recomendación, como el factor que más influyó en la elección de una película, citado como tal por 57% de los encuestados, y artificialmente por encima de la publicidad, porque ¿de dónde más habría venido esa recomendación? Nuestros espectadores resultaron en su mayoría jóvenes entre 18 y 25 años, al mismo tiempo el sector que prefiere el cine gringo. Los mayores de 40 y más tarde de 50, son los que asisten menos al cine, pero a la vez los que ven más producciones mexicanas. Impresiona el tamaño del mercado, para que México se ubique en la lista de los diez países del mundo que recaudan más dinero del negocio del cine, generando durante el año del reporte, 2012, casi 11 mil millones de pesos, es decir, 100 pesitos por cada connacional. Finalmente, el género preferido en México sigue siendo la comedia, seguida del drama, para asegurarnos que la incansable labor de nuestras televisoras rinde frutos, y que si pretendemos cine de mayor calidad tenemos que empezar por hacer comedias de mayor calidad.
Habremos también de tener muy en cuenta el impacto de la globalización en el comportamiento de la industria cinematográfica, a considerarse sobre todo porque en México están produciendo generaciones enormes de cineastas potenciales; vocación de moda, la respuesta favorita de muchos preuniversitarios a “¿qué vas a hacer cuando seas grande?”, es hoy día “quiero hacer cine”. Todos queremos ser Spielberg, y 112 películas no alcanzan para los miles de fantasiosos que se suponen aptitudes y talentos. Fin de la columna, me voy al cine. No sé qué voy a ver, se lo dejo al destino que determinen los horarios, como casi todo mundo.
Excelsior. 29 Marzo 2013.