[sws_blockquote_endquote align=”left” cite=”” quotestyle=”style01″] Se me hace curiosa la manera en la que percibimos distancias aquí en la ciudad, y lo poco acostumbrados a caminar que estamos (la mayoría). [/sws_blockquote_endquote]  El otro día estaba en el Parque México y le pedí direcciones para llegar a la calle Álvaro Obregón a una señora que paseaba a su perro. Se me quedó viendo y me dijo “está un poco retirado”, yo tenía mi patineta y tiempo de sobra entonces le pedí que de todas formas me explicara. Lo primero que dijo fue lo que se me hizo más gracioso: “Pues primero le tienes que dar toda la vuelta al parque”. Lo dijo de tal forma que parecía que esa acción me iba a tomar 20 minutos y que el resto del camino me tomaría dos días y que sería bueno que empacara mucha agua y algo de comer. El caso es que llegué a mi destino en menos de 30 minutos, aunque con el calor que hacía sí hubiera sido buena idea llevar agua.

Algo similar me pasó ayer al tratar de llegar a la Vértigo Galería, donde se encuentra la exposición “Comale”.  Me encontraba en la calle Bajío en la Colonia Roma y no tenía idea hacia dónde moverme (no soy muy ubicado). Le pregunté a unas cuatro o cinco personas y todos me respondieron lo mismo: “No soy de aquí”. Por fin una sexta persona me dio indicaciones, claro con la siguiente advertencia “está muy lejos”. Yo ya no sabía si creerle o no. Estaba a punto de emprender mi camino cuando sentí una gota de lluvia en mi brazo, el mismo que levanté para parar un taxi que se aproximaba. Llegué a mi destino en cinco minutos.

Es una tienda muy curiosa, llena de colores y objetos que se verían muy bien en la recámara de cualquier adolescente hipster. Hasta el baño está lleno de colores, cada loseta en la pared tiene una calcomanía colorida y el espejo se ve inutilizado por pintura y una estampa de “La agüelita de Batman”.

Al fondo de la tienda es donde se encuentra la exposición antes mencionada.

Son como 30 comales de cerámica café pegados a la pared, todos de diferentes dimensiones. Los más grandes de unos 50 cm de diámetro y los más pequeños de como 25. En verdad no llevaba nada con que medir, pero me gusta creer que tengo buen ojo para eso. Ahora que lo pienso, seguramente en el catálogo que había al final de la exposición estaba escrito cuánto miden.

Cada uno de estos comales tiene un diseño. Uno de los primeros lleva dibujadas dos manos diabólicas con uñas largas. Algunos tienen dibujados unos murciélagos/demonios que están representados en tres dimensiones en la segunda parte de la exposición. Uno tiene un gallo con genitales masculinos y otro un changuito. Pero mis favoritos definitivamente fueron los más sencillos. Unos que simplemente tienen hojas de árbol representadas.

Cruzando el cuarto hay una pared con unas fotografías en blanco y negro de lo que parece ser el proceso de crear un comal. Debajo de estas fotos es donde se encuentran las representaciones tridimensionales de algunas de las figuras dibujadas en los comales… y pies, por alguna razón, muchos pies. Frente a estas fotos hay una columna donde, de nuevo, hay más figurillas. Ahí se puede ver una pequeña pirámide de gatitos de cerámica y esos murciélagos/demonios de los que les hablaba antes.

Dos cosas me faltaron por explicar: en el suelo hay un tipo temazcal hecho de comales sobre ramas de árbol, del cual parecen estar escapando 30 animalitos de cerámica y también hay una pequeña mesita con siete conejitos de barro volteando para arriba.

Por si se lo preguntaban, sí, todas las piezas están a la venta. Las más pequeñas desde 50 pesos y los comales más grandes y elaborados hasta 500.

La exposición “Comale” se desmonta el 17 de mayo. La tienda está abierta de lunesa viernes de 12:00 a 20:00, sábados de 12:00 a 19:00 y los domingos de 11:00 a 17:00. Se encuentra en la calle Colima 23, Roma Norte.

Es una exposición diferente, dentro de una tienda muy interesante, frente a un parque muy agradable (si es que no está lloviendo, claro). Y además, si saliendo de la tienda caminan a la derecha hasta llegar a la esquina, se encontrarán con un puesto de hamburguesas a la parrilla que no pueden dejar de probar.

En ese mismo puesto de hamburguesas pregunté dónde se encontraba el metro más cercano. El joven amablemente me dijo que si caminaba dos cuadras hacia la dirección que me señaló y doblaba a la derecha, llegaría al metro Cuauhtémoc. No es que dudara de las indicaciones de mi amigo hamburguesero, pero decidí checar en el mapa de mi celular sólo para estar seguro. Las indicaciones no eran correctas y el mapa hacía parecer que la distancia que tenía que recorrer era enorme. Cinco minutos y una parada en un puestito para comprarme un chocolate después, me encontraba en el metro camino a casa.