Cuando te toca la tarea de quedarte en casa a cuidar a los niños, necesitas aproximadamente unas 14,000 calorías extras por día.

Como atletas de triatlón, los padres luchan a veces para consumir las calorías requeridas en un día. Aquí es donde el almuerzo sobre el lavabo se vuelve esencial para tu día a día.

Comer en el lavabo tiene varios propósitos. Primero, te ahorras el tener que ensuciar y lavar platos. Poner comida sobre un plato limpio antes de comértelo es casi el equivalente a tender tu cama y luego acostarte en ella.

¿Cuál es el punto? Nos han condicionado a lo largo de nuestras vidas para creer que estos quehaceres mundanos son lo que nos vuelve un adulto responsable.

Segundo, el almuerzo sobre el lavabo reduce desechos y te ahorra dinero. No tienes que hacer tus cuentas para tu comida todos los días, muchas veces este almuerzo sobre el lavabo puede ser conformado por las sobras de tus hijos. Conforme comen, te das vueltas alrededor de la mesa, como zopilote, y lo que dejan te lo llevas al lavabo, te lo comes ahí y dejas el plato para lavar en ese momento o en otro más oportuno.

Es importante recordar que un buen almuerzo para el lavabo suele ser algo que puedes agarrar con una mano sin que se deshaga. Si las sobras de tus hijos son difíciles de meter en tu boca, échalas sobre una tortilla o una hoja de lechuga y cómetelo cual taco o wrap.

Esto puede consistir de platillos que seguro comerán seguido tus hijos que son fáciles de preparar, como huevos revueltos, queso, galletas, verduras, etc.

A pesar de todo lo que mencionamos de la eficiencia y el desorden, hay cierta belleza detrás de este método para comer. Combina los ingredientes en tu mano, busca sabores o texturas que contrasten con lo que tienes en la mano, deja que todos tus problemas y tus preocupaciones se evaporen de tu ser, pierde la noción de ser y cómete esas sobras de tus hijos.

Comer en el lavabo se volverá un camino a una vida más feliz, ya lo verás.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.