Con escasos 5-8 milímetros de tamaño, la glándula pineal es un misterioso epicentro de la anatomía humana. Ubicada entre los hemisferios cerebrales, junto al tercer ventrículo (digamos que un par de centímetros arriba de tu entrecejo, y a la mitad del camino entre tu frente y tu nuca), se encarga de liberar, entre otras funciones, la hormona conocida como melatonina. Además, tiene propiedades ‘foto-sensibles’ –utiliza la luz solar para inducir variaciones anímicas–, por lo que es fundamental en la regulación de nuestros biorritmos.

Aparentemente existen alusiones milenarias a este diminuto órgano. Algunos afirman que se trata del ‘tercer ojo’ o la “ventana de Brahma”, referidas constantemente en el hinduismo, o el “ojo de Horus” entre los antiguos egipcios. También podría estar presente en diferentes pasajes bíblicos, por ejemplo en: “Así que Jacobo llamó aquel lugar Peniel, y dijo ‘es porque pude ver a Dios, cara a cara” (Génesis 30:32). En el siglo XVII, Descartes le asignó el sobrenombre del “asiento del alma” y según este dualista, la glándula pineal representaba el punto de unión entre el cuerpo y la mente.

Sus antecedentes dentro de ancestrales tradiciones místicas, han hecho de la glándula pineal uno de los ingredientes predilectos del nuevo misticismo. Múltiples conceptos del New Age se asocian con el despertar de  este órgano, y su popularidad ha aumentado en la última década gracias a desbordada irrupción del consumo de N-dimethyltryptamine (DMT) en la cultura pop. A pesar de que aún no está plenamente probado, existen buenas razones para pensar que esta misma sustancia es secretada en nuestra glándula pineal en determinados momentos, por ejemplo, nuestra concepción y muerte. También se le asocia a fenómenos como los sueños lúcidos y la creatividad.

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Independientemente de que sobrenombre elijamos para ella, o de si creamos o no en algunos postulados semi-científicos, lo cierto es que la glándula pineal posee un apasionante, y hasta cierto punto enigmático, papel dentro de nuestra fisiología. En este sentido, a pesar de no poder dimensionar plenamente su importancia, resulta obvia la pertinencia de cuidarla.

Investigadores advierten un proceso de endurecimiento, por calcificación, de esta glándula. Factores como la edad y la exposición a sustancias tóxicas, así como los efectos de ciertos estados psicológicos, por ejemplo el estrés, al parecer van neutralizando las funciones de esta glándula. Múltiples hábitos del estilo de vida contemporáneo presumiblemente atentan contra su funcionamiento, entre ellos: el consumo de alcohol, tabaco, cafeína, azúcar refinado, mercurio y el flúor, infaltable ingrediente en pastas dentales o otros productos dentríficos.

Si por razones intuitivas, paranoicas o científicas, sientes el llamado a purificar este híper-sacro micro-organo, aparentemente los siguientes alimentos pueden acelerar la desintoxicación de tu glándula pineal, de acuerdo al sitio Decalcify Pineal Gland:

Chocolate puro / Ácido cítrico / Aceite de orégano y extracto de Neem / Iodino / Vinagre de manzana puro / Ajo / Tamarindo / Agua destilada / Vitaminas K1 y K2 / Boro / MSM (Metilsulfonilmetano)

Mientras que el sitio de alter-nutrición, Food for Conciousness, recomienda brebajes como el “té feliz”, compuesto por hierba de San Juan y Pasiflora. Advierto que, tal como indican los disclaimers de ambos sitios, estás no son recomendaciones médicas. En cambio, exponerte a diario unos minutos directo a la luz del sol si ha sido científicamente probado que estimula el funcionamiento de la glándula pineal como bio-regulador. También existen diversas meditaciones y ejercicios respiratorios que supuestamente sirven para limpiar y activar este órgano, pero como suele suceder con estos temas, las fuentes son poco ortodoxas, lo cual tampoco se traduce en que deban desestimarse. Supongo que aquí es donde debe de activarse nuestro discernimiento.

Fuente: (Pijama Surf)