Se ha vuelto un cliché: la corriente está cambiando en el debate sobre la marihuana. Sanjay Gupta, corresponsal médico de CNN, modificó públicamente su posición y hoy apoya el cannabis medicinal. El gobernador de Nueva Jersey, el republicano Chris Christie, acaba de ampliar las leyes de marihuana medicinal del estado. El mes pasado, Nuevo Hampshire e Illinois se convirtieron en los estados 19 y 20 en aprobar su uso médico o terapéutico.
Pero el debate sobre la marihuana médica tapa un asunto todavía más importante: el fracaso de nuestra guerra sobre el cannabis y el camino a su legalización inteligente.
Tuve la posibilidad de explorar el amplio espectro de perspectivas en el debate sobre la marihuana durante el Encuentro Anual de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. Lo que aprendí puede sintetizarse así: la legalización a nivel nacional del cannabis es inminente y la clave del éxito radica en cómo regular la marihuana cuando sea legal.
Durante la convención, realizada en San Francisco, escuché y hablé con los más respetados opositores a la legalización del cannabis, en su mayoría personas especializadas en el tratamiento de los trastornos asociados a su uso.
San Francisco es una prueba patente de las leyes sobre la despenalización de la marihuana. Amanda Reiman, directora de políticas de la rama californiana del grupo pro-legalización Drug Policy Alliance, me llevó a recorrer los dispensarios de marihuana de la ciudad. Y la Universidad Oaksterdam, la primera universidad de marihuana medicinal, me invitó a conocer su nueva sede (la anterior fue cerrada tras una redada de la DEA el año pasado).
Los dispensarios suelen autorregularse y, aun así, sus instalaciones son inmaculadas, la seguridad es alta y los miembros del personal están informados en la ciencia del cannabis. Claro que todos los puntos de venta no están tan bien administrados como estos dispensarios, pero podrían estarlo. Y esto solo será posible con la legalización y la regulación.
La mayoría de los defensores y opositores a la legalización comparten la preocupación sobre el consumo de los menores de edad, una oposición a criminalizar a los usuarios y un reconocimiento de que la marihuana es menos dañina que el alcohol.
La mayoría sostiene que la opinión pública ha cambiado a favor de la despenalización, pese a que los dos grupos muestran diferentes posturas sobre este cambio. Una minoría de los defensores convocan a que el país “libere la marihuana” con pocas restricciones, mientras que aquellos que se oponen dentro de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría temen que la legalización lleve a “una nación de drogadictos” tras un aumento en el consumo adolescente de esta y otras drogas.
La comunidad que trata el abuso de sustancias posee preocupaciones legítimas y las drogas recreativas no deberían ser legalizadas para los menores de edad.
Si las encuestas nacionales son correctas, y prevalece la sabiduría, Estados Unidos parece ir en dirección de despenalizar el cannabis para adultos. Deberíamos terminar la discusión sobre el derecho que tiene un adulto de consumir una droga relativamente segura y debatir cómo lograr que el gobierno federal la regule correctamente.
En primer lugar, es necesario considerar los cuatro pilares de la regulación de la marihuana: evitar que llegue a las manos de los menores de edad; reducir el daño en los consumidores adultos; prevenir el daño colateral para el resto del público y obtener los máximos beneficios económicos de su legalización.
Nuestra aproximación a la regulación federal debería sintetizar las perspectivas de tanto los defensores como los opositores a la despenalización. Deberíamos investigar las leyes que controlan el alcohol, el tabaco y el juego. También podemos aprender de Colorado y Washington, estados que han desarrollado regulaciones para el cannabis recreativo y otros 18 estados que han legalizado la marihuana medicinal.
Podemos lograr estos objetivos regulatorios si:
- Requerimos etiquetas apropiadas para los productos de cannabis, incluyendo las cantidades de ingredientes clave como THC y CBD.
- Analizamos los productos de cannabis.
- Exigimos que el gobierno supervise todas las instalaciones involucradas en la producción, distribución y comercialización del cannabis.
- Limitamos los anuncios, ventas y consumo público de estos productos como hacemos con el alcohol y/o el tabaco.
- Prohibimos paquetes y anuncios que apunten o atraigan a usuarios menores de edad.
- Requerimos paquetes a prueba de niños para los productos de cannabis comestibles.
- Imponemos penas para los adultos que permitan que los niños obtengan marihuana.
- Permitimos que los adultos puedan crecer un pequeño número de plantas de cannabis para consumo personal.
- Castigamos la conducción de vehículos bajo influencia del cannabis.
- Continuamos con las restricciones en el consumo de marihuana ante la evidencia científica.
- Fortalecemos las facultades estatales y municipales para restringir el tráfico de cannabis entre las fronteras.
- Financiamos la educación para adultos sobre el uso y el abuso del cannabis.
- Financiamos la educación para jóvenes sobre los peligros del consumo en menores de edad.
- Financiamos el tratamiento de adultos y menores con trastornos asociados al consumo de cannabis.
- Colocar altos impuestos a la venta de cannabis para financiar la regulación, la educación y el tratamiento.
Tal como los pescadores responsables apoyan la conservación de los ecosistemas marinos, los entusiastas de la marihuana pueden ofrecer ideas inteligentes para una despenalización exitosa. Los defensores y los opositores a la legalización deben acercar posiciones para una discusión abierta sobre la regulación de la marihuana en Estados Unidos.
CNN