La gente piensa que ser introvertido es simplemente ser tímido, pero en realidad se refiere a la manera en la que uno interactúa con su entorno.

Los introvertidos son estimulados fácilmente, lo que significa que se sienten drenados de energía mucho más rápido por interacciones sociales y necesitan tiempo solos para recargar.

Los extrovertidos, por otro lado, pueden pasar tiempos maratónicos en conversaciones y se sentirán energizados por ello. Florecen con todo el tiempo que pasan con la gente.

En la oficina es más o menos lo mismo, pero hay mucho más en juego. Trabajar en silencio suele resultar en proyectos bien ejecutados, pero también te pone en riesgo de que te vean como alguien que no trabaja en equipo, tienes problemas o quizá no seas de confianza.

Dale la vuelta al asunto

Pero la vida en el trabajo no tiene que ser así, la clave es buscar oportunidades para complementar tu personalidad. Empieza observando rasgos que funcionan al favor de extrovertidos, como presumir de manera humilde, por ejemplo.

También quieres desarrollar una relación con otros introvertidos que han recibido ascensos en el trabajo para poder imitar sus comportamientos.

Quizá y hasta puedes agendar tiempo solo antes de las juntas para prepararte o discutir tus ideas con un colega. Todo se trata de crear oportunidades para interacciones de manera que van mejor contigo.

Lo que nunca debes hacer es intentar comportarte como extrovertido si eres introvertido. La falta de autenticidad te drenará de mucha más energía. Mejor sácale el mayor provecho a la persona que eres.

Si alguien comenta sobre la manera que estás aislado del equipo o te preguntan por qué eres tan callado durante las juntas, diles que escuchar te ayuda a pensar en mejores conceptos o ideas.

La próxima vez que haya pánico en la oficina, puedes aprovechar la oportunidad para presentarte como el que mantiene la calma en momentos de estrés.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.