La anafrodisia o anorexia sexual es un trastorno relacionado con un bajo interés por el sexo. Las personas que sufren de anorexia sexual tienen falta de deseo, dificultades para llegar al orgasmo e incluso dolores al mantener relaciones sexuales.
Las causas de esta carencia de libido sexual o deseo sexual inhibido pueden ser tanto físicas como psicológicas y fundamentalmente se basan en el miedo al rechazo por parte de la pareja, tener un baja autoestima y sentir que tenemos nulo atractivo físico, dificultad para manifestar los deseos sexuales o negación del propio placer e incluso del amor.
Las personas que sufren este trastorno rechazarán siempre que les sea posible la posibilidad de mantener relaciones sexuales y si las llevan a cabo, no las disfrutan. Al bloquearse el apetito sexual, la frecuencia de relaciones se reduce considerablemente e incluso llega a desaparecer.
“Lo primero que se recomienda ante una disfunción sexual es ‘integrar’ los genitales a la persona y explorar su conformación, sensibilidad y respuesta a los estímulos directos (táctiles) e indirectos (fantasías, imágenes, etc.). La mujer debe estar convencida de que no sólo tiene ‘permiso’ para hacerlo sino, también, el deber para sí misma y su pareja actual o posible“, explica el sexólogo Juan Carlos Kusnetzoff.
Para comenzar, es esencial reconocer el problema como tal. El siguiente ejercicio, explica, es procurar el resurgimiento del deseo (con autocaricias, libros, películas, etc.) y concentrarse en la sensación tratando, al mismo tiempo, de mantenerla.
La aproximación al propio cuerpo y la reconciliación con sus impulsos constituyen importantes lecciones cuyo aprendizaje pueden trasladarse con éxito a la relación de pareja, subraya el sexólogo.
Con tiempo, con aceptación, con diálogo, con las ganas compartidas en pareja, el deseo puede retornar a la vida sexual y hacerla mucho más placentera.
Con información de Muy Interesante y Clarín