Es irónico, pero el utensilio que nos ayuda a eliminar los gérmenes y bacterias de la boca quitándonos restos de comida y mal aliento, puede contener más de 100 millones de bacterias, entre las cuales se cuenta la E. Coli, que produce diarrea; y estafilococos que ocasionan infecciones en la piel, según investigadores de la Universidad inglesa de Manchester.
Enfermarnos gracias a ellos no es del todo posible, ya que estaban en nuestra propia boca; sin embargo, sí podría suceder si tuviéramos bajas las defensas o bien compartiéramos el cepillo de dientes con otra persona.
¿Cuáles son los cuidados que debes tener con tu cepillo de dientes?
Para evitar infecciones es necesario mantenerlo alejado del inodoro, ya que muchas veces, debido a la proximidad en la que se encuentra ubicado, las bacterias que se esparcen por el aire al jalar la palanca quedan impregnadas en el cepillo de dientes.
Para que lo tengas más claro, según el investigador del estudio Rob Donofrio, director de Microbiología de NSF International, el cepillo de dientes ocupa el tercer puesto dentro de los elementos más sucios de una casa.
Cómo guardar un cepillo de dientes
1. Lávalo y sécalo muy bien luego de utilizarlo, ya que las bacterias prefieren los ambientes húmedos para reproducirse.
2. No utilices tapa o capuchón, el hacerlo contribuye a la formación de bacterias.
3. Mantenlo siempre en posición vertical.
4. No permitas que tu cepillo de dientes entre en contacto con el de otra persona.
5. No compartas tu cepillo dental.
¿Cada cuánto tiempo hay que reemplazar el cepillo de dientes?
La Asociación Dental Americana aconseja desecharlo cada 3 o 4 meses. Sin embargo, si has estado enfermo mejor hazlo antes; esto es válido tanto para los cepillos tradicionales como para los eléctricos.
Recomendaciones:
1. Mantén una buena higiene bucal utilizando enjuagues específicos, hilo dental y cepillándote los dientes regularmente, para evitar el mal aliento y enfermedades de encías y dientes.
2. Las cerdas de los cepillos de dientes son sitios ideales para la proliferación de bacterias cuando no se limpian de forma adecuada. Un truco casero puede ser limpiarlos con bicarbonato de sodio, luego lavar con abundante agua fría y secar muy bien.