Dentro de las fobias más extrañas debería incluirse una bastante extravagante e irracional: la coulrofobia o miedo a los payasos. Sí, lo sabemos, los payasos son seres bastante peculiares, amados u odiados en igual proporción.

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Pero, ¿hay una explicación racional para el miedo a los payasos? ¿Qué ha actuado a lo largo de la historia para que este sentimiento de animadversión sea compartido por tantas personas? Te propongo develar el asunto, conocer un poco sobre la historia del miedo a los payasos y el origen de esta fobia.

Los payasos han existido desde tiempos casi inmemoriales. Al parecer, ya hace unos 4.500 años, los faraones egipcios tenían una suerte de payaso personal. Tal es el caso de Dadkeri-Assi, faraón de la Quinta dinastía, quien se divertía con las gracias que realizara un bailarín pigmeo comprado para su diversión personal. Su nombre era Danga y, seguramente, podemos referirnos a él como el primer payaso de la historia.

La figura del payaso también está presente en otras civilizaciones distantes y disímiles. En la Antigua China, hubo un simpático payaso que se mofaba de la idea del emperador Qin Shih Huang de pintar la Gran muralla china. También en la Antigua Roma, el payaso era referido como stupidus (estúpido) y era una suerte de mimo que llevaba adelante una pequeña rutina de humor de golpe y porrazo.

Asimismo, hay más ejemplos de otras figuras asimilables a la idea de payaso, tal y cómo la conocemos hoy en día, como es el caso de Nasreddin Hodja en la Turquía del siglo XII, célebre por sus parábolas, aforismos e hirientes epítetos.

Y así podríamos seguir señalando figuras de este tipo a lo largo de la historia, que fueron construyendo la imagen de un ser afable y cómico, hasta que se transformó la forma en que se empezó a verlos.

Lo cierto es que lo que para muchos era la imagen de la diversión y la felicidad, fue convirtiéndose con la colaboración de los medios y el arte (literatura y cine) en algo más siniestro. El payaso pasó a ser algo misterioso y que ocultaba algo oscuro tras ese maquillaje, la ropa de colores, y su divertida rutina en el escenario.

El nacimiento de la figura del payaso moderno que ha alimentado la imaginación popular tiene dos referentes: Joseph Grimaldi y Jean-Gaspard Deburau.

Considerado y homenajeado como el más grande payaso y mimo del siglo XIX, Joseph Grimaldi se convirtió en icono y modelo del payaso moderno, en cuya figura, en cierta medida, se inicia la imagen del payaso tragicómico, tan míseramente gracioso como atormentado.

Su vida fue complicada, dura y era frecuente víctima de depresión. Su padre no fue la persona más amable del planeta y su hijo, también payaso de profesión, era alcohólico y murió bebiendo, quizás atormentado por la figura del propio Grimaldi y la muerte de su madre mientras daba a luz.

Claro que esta imagen fue también un logro o al menos una magnificación de la literatura; Charles Dickens escribió una novela por entregas, llamada The Pickwick Papers, basada en la vida de Grimaldi y su hijo.

Eso sí, de la imagen atormentada a la imagen siniestra, hay un trecho por recorrer hasta encontrarnos con el no menos célebre Jean-Gaspard Deburau. Este personaje que deambulaba por las calles parisinas es el primer eslabón entre la idea del payaso y la figura de la violencia extrema condensada en el asesinato. Y no es para menos, ya que Deburau fue capaz de matar a un joven que lo insultó, de un simple bastonazo.

Al analizar la historia del miedo a los payasos, no podemos dejar de hacer referencia Bozo, otro payaso tristemente célebre. Quizás si decimos que tras el maquillaje de Bozo se ocultaba John Wayne Gacy, todo cobre sentido. Este era el nombre del atroz asesino serial que fue hallado culpable de violar y matar a más de 35 muchachos en un lapso de 6 años y fuera ejecutado en 1994.

Menos célebre es el caso de la familia Kelly. En primera instancia, Emmett Kelly fue quien diera vida a Weary Willie, uno de los payasos más importantes del siglo XX y se convirtió en una estrella, aunque su vida fue en parte absorbida por Weary Willie.

Al retirarse, su hijo, Emmett Kelly Jr. se hizo cargo de continuar con el legado de Weary Willie, con las mismas tristes consecuencias para su vida personal, aunque algo agravadas: el tercer Weary Willie, Paul Kelly, hijo de Emmett Kelly Jr. comenzó a llamarse Emmett Kelly III. Con una vida plagada de drogas y alcohol,  fue hallado culpable de asesinar a dos de sus amantes homosexuales.

La coulrofobia

Los expertos señalan que la fobia a los payasos o coulrofobia comienza en niños de temprana edad, razón por la cual está calificada dentro de las fobias pediátricas. Sin embargo, al menos un 2% de esas personas seguirán sufriendo de miedo a los payasos llegados a la adultez.

Ahora, no podemos negar que los hechos reales y la construcción mediática en torno a ellos ha jugado un rol fundamental para que se terminara por definir lo que hoy llamamos coulrofobia. Referencias en películas y novelas célebres han tenido su cuota de responsabilidad para terminar de contaminar la percepción de estos personajes.

Basta recordar a Pennywise, el célebre payaso de la novela It, de Stephen King, luego llevada al cine y terminando por definir la imagen definitiva del payaso diabólico, asesino y tormento de los niños. De todas maneras, no hay estudios reales sobre la incidencia de estos fenómenos culturales en el aumento de casos de fobia a los payasos.

Vale señalar que el miedo a los payasos también puede derivar, en determinadas circunstancias, del miedo a ser puesto en ridículo, algo asociado con el tipo de humor propuesto por los payasos en sus rutinas en las que suelen hacer participar a personas de la audiencia. En la actualidad, hay algunos centros que se dedican a brindar apoyo psicológico para tratar este tipo de fobias, que a menudo se manifiesta de la misma manera que la agorafobia.

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Fuente: Ojo Científico