Es un valor rector del Crecimiento Sustentable, desafortunadamente practicado mediocremente y poco entendido. Por lo general, se le da un matiz subjetivo y moralista cuando en realidad es un principio de comportamiento enormemente práctico, poderoso y muy trascendente, con gran impacto en la autoestima, imagen y confiabilidad personal, de enormes consecuencias en la relación con los demás. Responsabilidad proviene del latín “responsum”, una forma latina del verbo responder y de “sabilidad” la raíz latina de habilidad. Responsabilidad se refiere a la capacidad y habilidad que tenemos para dar respuestas, a nuestra capacidad de responder.
Sin embargo, al responder no solo la respuesta es importante, la forma y precisión del cómo, del qué y del cuándo respondemos impactan mucho nuestro grado de responsabilidad, determinan lo responsable que somos. Damos respuestas a las preguntas y necesidades de nuestros hijos, a las inquietudes y miedos de nuestra pareja, respondemos a los amigos, jefes, socios, empleados y subordinados durante todo el día.
Vivir de principio a fin, es una cadena de respuestas a un sin número de situaciones y personas. Respondemos clara o confusamente a la sociedad, pero principalmente nos respondemos a nosotros mismos respecto de los retos que aceptamos y de las obligaciones adquiridas. ¿Cómo saber si soy responsable, qué tan responsable y confiable soy? Sencillamente, del cómo y del cuanto respondo a lo que me preguntan, a lo que me piden, a lo que me comprometí a hacer y a entregar, depende de mí grado de respuesta. Si mis respuestas son evasivas y poco claras, si la persona que me pregunta no se va con información lo suficientemente clara para hacer o dejar de hacer, entonces no estoy dando respuesta, no soy suficientemente responsable.
Los responsables están conscientes de las consecuencias de lo que dicen o no dicen, de lo que hacen o no hacen. Nunca les echan la culpa a los demás, no juegan el papel de víctimas. Asumen responsabilidades porque saben que pueden y van a dar respuesta. Son realistas, saben a dónde van y generalmente tienen una idea de cómo lograrlo. El responsable sabe y acepta conscientemente que es la causa directa o indirecta de un hecho y que por lo tanto, le son imputables las consecuencias del mismo. Los responsables son reflexivos, administran, orientan y valoran las consecuencias de sus actos. Son personas prácticas que entienden los costos y beneficios de sus palabras y acciones, tienen un alto sentido del honor.
No dicen por decir, llegan a tiempo, envían los emails a la hora establecida. Generalmente prefieren el “Yo te llamo” al “Nos hablamos”. Cumplen sus compromisos y de saber que es imposible entregar a tiempo y en forma, explican el por qué y buscan un cómo para dar soluciones. Se enfocan en concretar y en resolver los imprevistos, en síntesis, dan respuesta. Las personas responsables intuyen que el valor de la responsabilidad se fortalece con la prudencia, se solidifica con objetividad, el realismo y se premia con confianza. Sin duda, un país como el nuestro, tendría un futuro más claro y con mayor esperanza si uno y cada uno de nosotros se enfocara en conquistar la responsabilidad en lo que hacemos y decimos. La responsabilidad se enseña con el ejemplo, se conquista con consistencia y congruencia diaria.
Alfonso del Valle Azcué
Crecimiento Sustentable S.C.