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No, claro que no es fácil hablar de la muerte de nuestras mascotas porque son o han sido durante años, si hemos tenido suerte, nuestros compañeros de vida.

No, definitivamente no es fácil, pero a veces es necesario. La pregunta entonces es muy evidente: ¿cuándo ha llegado el momento de hacerlo?, ¿cuándo hay que pensar en “poner a dormir a tu mascota”, como se dice coloquialmente?

El jadeo en exceso, la falta de apetito, la poca actividad física y/o una cojera anómala, pueden ser señales de que algo le está pasando a tu perro anciano.

Lo primero que debes saber es que solamente un médico veterinario puede definir la gravedad o el mal estado de salud de una mascota enferma. Puede ser que “lo veas bien” o que un día amanezca más animado, o que incluso creas que está mejorando, cuando en realidad la enfermedad simplemente sigue avanzando, provocándole dolor y sufrimiento a tu mascota.

Una vez que el médico haga el diagnóstico objetivo, él o la veterinaria y tú deben platicar seria y honestamente sobre el pronóstico de tu mascota y finalmente tomar la decisión de practicarle la eutanasia o no.

El criterio principal debe ser evitarle dolor y sufrimiento innecesarios. Es decir, la eutanasia deberá practicarse a mascotas que ya no van a tener una buena calidad de vida como consecuencia de una enfermedad crónica y degenerativa (como el cáncer o la artritis, por ejemplo) o incluso un desafortunado accidente.

Una de las causas más comunes que te pueden orillar a tomar esta decisión es la demencia senil avanzada. A esta enfermedad también se le conoce como Síndrome de Disfunción Cognitiva, y suele presentarse en perros ancianos.

En este caso es importante aclarar que los perros envejecen a distintas edades, dependiendo de la raza y de cada caso en particular.

Hay razas con mayor esperanza de vida que otras y eso determina su proceso de envejecimiento y además, no todos los perros desarrollan demencia senil.

La demencia senil se presenta cuando empieza a haber un desgaste en el sistema nervioso de tu perro, lo que le genera alteraciones en su comportamiento. Puede volverse más agresivo y/o ladrar más, tener alteraciones del sueño (insomnio o periodos muy largos de sueño), desorientación, falta de memoria, incapacidad de reconocernos y patrones inusuales de aislamiento.

Una vez tomada la triste decisión de dejar ir a tu mascota, lo que sigue es asegurarte de que el médico veterinario utilice los métodos apropiados para hacerlo.

Según la Sociedad Mundial de Protección Animal (WSPA, por sus siglas en inglés), la eutanasia significa provocar el fallecimiento del animal a través de ciertos medicamentos, pero siempre bajo las premisas de no provocar dolor y que el animal pierda el conocimiento lo más rápido posible (muerte sin temor o ansiedad).

Otra cuestión importante para ti y para tu mascota es acompañarla mientras se le aplica la eutanasia. Esto ayuda a reducir un poco el estrés que inevitablemente sienten los animales cuando están en una clínica veterinaria.

Ellos confían en ti, tú les das seguridad y en un momento así los puedes ayudar a no sentir tanto miedo. A ti, como dueño, te da la oportunidad de despedirte, agradecerle los increíbles años que viviste en su compañía y comenzar a cerrar un ciclo.

CNN