Hace algunas semanas me eché las dos películas de la saga de ‘Los juegos del hambre’. Debo admitir que no hice ni el intento de leer alguno de los libros y más bien me convencieron para ver las películas. A pesar de todo, no salí, para nada, decepcionado.

Las películas tratan de 24 adolescentes representantes de 12 distritos extremadamente pobres y explotados que pelean hasta la muerte para entretener a una minoría bien acomodada que vive en la capital.

Lo más interesante de las películas no es el triángulo de amor entre Katniss, Peeta y el otro chavo que vive en el distrito 12. Tampoco lo es la actuación de Lenny Kravitz haciéndola de diseñador de modas, no. Lo más interesante es el contexto político escondido (a simple vista) detrás de ellas.

En la segunda película nuestros protagonistas están en una gala en el Capitolio. Peeta menciona que ya se llenó de tanto comer y le ofrecen una bebida para vomitar y seguir comiendo. El personaje se sorprende y dice algo como: “En el resto de los distritos todos se mueren de hambre y aquí vomitan para poder comer más”.

Entonces, algunas personas mueren de inanición mientras otras vomitan por comer tanto. Sería difícil identificarnos con algo así ¿no?

Lo que hizo la autora Suzanne Collins, como dice el vloguero Hank Green, fue enseñarnos una sociedad completamente disfuncional, esto con el objetivo de hacernos pensar: “¿Quién podría vivir de esa forma?”, para después abrir los ojos y decir: “Un momento. ¡Nosotros vivimos en una sociedad así!”.

En México, al igual que en los Estados Unidos, alrededor del 1% de la población posee el 40% de la riqueza total del país; y en nuestra querida patria más de la mitad de la población vive en la pobreza. ¿Les sigue pareciendo muy ajeno?

Aunque claro, esas no son noticias. La mayoría de nosotros está consciente de la desigualdad que se vive en el mundo. Sin embargo, ¿hacemos algo al respecto? La mayoría de las personas no. Nos conformamos, tal vez, con quejarnos en internet o con nuestros amigos y sentimos que ese es nuestro papel. ¿Qué más podríamos hacer? Ni que fuéramos Bono de U2.

Resulta que unos jóvenes (y no tan jóvenes) se lo están tomando en serio, e inspirados por la saga de ‘Los juegos del hambre’ comenzaron un movimiento llamado Odds in Our Favor. Argumentan que, además de que nosotros estamos viviendo literalmente los juegos del hambre, se está utilizando una película con un mensaje social muy profundo para “vender maquillaje y comida rápida”. O sea que, paradójicamente se está adoptando un mensaje de liberación para distraernos de la realidad. Pero ellos no lo van a permitir.

Empleando el saludo de resistencia del Distrito 12, que es básicamente el saludo scout, y publicando información sobre desigualdad social, están tratando de crear consciencia para vivir en un mundo menos polarizado.

¡Qué magnífica idea! Tomar una película que se puede interpretar de muchas de formas distintas e iniciar un movimiento para cambiar al mundo. Muy ambicioso, pero al menos están tratando de hacer un cambio.