Si tomáramos un petardo, lo pusiéramos en el suelo y lo hiciéramos estallar, ¿podríamos saber cuál fue el centro de la explosión? Por supuesto que sí. En primer lugar, probablemente hayamos visto el estallido; en segundo lugar, si nos perdimos la explosión, seguramente el cohete lanzó material disparado, y si midiéramos distancias entre los restos del cohete podríamos dar con el centro; por último, si medimos la temperatura de la zona de la detonación, el lugar más caliente sería el centro.

Entonces, sería fácil saber dónde se encuentra el centro del universo ¿no?, simplemente tendríamos que buscar la zona más caliente del universo o medir distancias para calcular el centro y listo, sabríamos donde está.

Sin embargo, existe un pequeño problema. El Big Bang no fue una explosión común ya que no fue algo que explotó dentro del espacio, sino que fue el propio espacio que estalló.

No se ha encontrado en el universo alguna región que sea más caliente que el resto. Tampoco se puede decir que las galaxias se estén alejando homogéneamente de un punto de origen; más bien, todo en el universo se está alejando del resto del universo con la misma proporción.

Para explicar esto normalmente se usa la analogía que usó Fred Hoyle: hacerle imaginar al público que el cosmos es igual a la superficie de un globo. Si se dibujan puntos en ese globo y después se infla, lo que pasa es lo mismo que le sucede a nuestro universo: los puntos se separan unos de otros uniformemente sin que en realidad se pueda decir que alguno de esos puntos, o cualquier parte de la superficie del globo, es el centro. Entonces podríamos decir que el universo no tiene centro.

Ahora, también existe una forma más positiva de analizar esta situación. Retomemos la analogía del globo. Si una persona estuviera parada en uno de los puntos dibujados en el preciso momento en que el globo estuviese siendo inflado, esa persona vería como todos los puntos se alejan de él a la misma velocidad, como si estuviera parado, exactamente, en el centro del universo.

¡Así es! Tú, tu casa y hasta tu suegra pueden ser considerados como el centro del cosmos. Si no existe un centro específico y cada vez hay más espacio entre los objetos en el universo, se puede decir que cada porción del universo es el centro del mismo.