Patrick Smith

El director de animación Patrick Smith utiliza el poder de la imagen para hacer una crítica visual tan dulce como inquietante en su más reciente cortometraje, Candy Shop. En esta pieza vertiginosa, Smith intercambia de forma ingeniosa una gran variedad de píldoras, cápsulas y jeringas con caramelos de formas similares: dulces envueltos individualmente, cajas de Gobstoppers, rollos de Hubba Bubba Tape… todo cuidadosamente animado para enfatizar una realidad incómoda.

La película abre con un dato que, por sí solo, impacta: existen 11,926 medicamentos de prescripción disponibles en el mercado. Y aunque Patrick Smith solo presenta 2,863 de ellos, el efecto es abrumador. Al yuxtaponer estos fármacos con dulces coloridos, logra exponer no solo la semejanza física entre ambos, sino también la manera en que los medicamentos —como los dulces— han sido integrados de forma casi lúdica en la cultura del consumo masivo.

El resultado es una crítica aguda a la medicalización moderna, una reflexión sobre cómo percibimos las medicinas y los límites difusos entre la salud, el marketing y el placer. La estética visual, rápida y repetitiva, contribuye a crear una atmósfera que recuerda a la saturación sensorial propia de una tienda de golosinas… o de una farmacia.

Smith no necesita palabras para hacernos cuestionar: ¿hasta qué punto se ha normalizado el uso de medicamentos como si fueran parte de una dieta cotidiana? ¿Y qué papel juega la presentación visual en esa aceptación casi automática?

Publicado por Othón Vélez O’Brien.