¿Quién es quién en el Olimpo?

Segunda parte: Hera o Juno

Continuando con la anterior publicación sobre los dioses olímpicos, llega el turno para la Señora del Olimpo, la matriarca por excelencia, protectora de las alianzas y enlaces matrimoniales, señora de señoras, dama de damas y madre firme y cruel de Grecia: Hera o Juno. La señora de los dioses era hija de los titanes Rea (Cibeles) y Cronos (Saturno); al igual que sus hermanos fue engullida por el padre hasta que su hermano menor, Zeus (Júpiter), la rescató junto con el resto. Altiva y de hermosa cabellera, Hera toma siempre su sitial junto a su esposo para disponer del destino cósmico; si bien siempre se le dio el epíteto de “la más excelsa de las diosas”, la dama de brazos blancos se caracteriza por ser la más celosa, vengativa y carrascalosa del Olimpo; a diferencia de Zeus, que mantiene infinidad de amoríos, Hera es una amante fiel y muestra constante aversión ante las amantes o hijos ilegítimos de su esposo. Pero… ¿cómo inició esta relación incestuosa entre hermanos? La historia se remonta a los primeros tiempos, justo poco después de que Cronos devolviera a sus hijos; la joven diosa se encontraba en los bosques de la ática retozando alegremente cuando fue descubierta por el señor del Olimpo, quien quedó prendado de su belleza y grácil figura, en una hábil estratagema, él se transformó en un cuclillo herido y se arrastró lastimero hasta sus pies, al verlo, Hera se apiadó del animalito tomándolo entre sus manos y aproximándolo hasta sus senos para otorgarle calor, una vez entre el divino regazo, Zeus se transformó en su figura original y no soltó a la diosa hasta preñarla de su primer hijo; a partir de ese momento Hera quedó unida a su hermano para siempre y fue coronada como la señora del Olimpo. Resulta interesante que en toda Grecia se erigieron templos en donde se hablaba de los amores entre Zeus y Hera, incluso en el templo de Olimpia se esculpió un bajorrelieve donde se representaba a la señora de los dioses practicando el sexo oral a su amado esposo, según Mircea Eliade, eran los únicos dioses que permitían se hiciera

promoción de su intimidad; Ovidio nos narra que cada año la señora del Olimpo se sumerge entre las aguas de la fuente Cánato, de Nauplia, para recobrar su virginidad volviéndose siempre irresistible para su marido. No obstante, como se ha mencionado, los celos de la diosa la caracterizaron como la más temible de todas; en un inicio trató de tomar venganza en contra del mismo Zeus como aquella vez en que juntó a Poseidón, Apolo y Atenea para tramar una cruel venganza sobre su infiel marido, sin embargo se cuenta que Prometeo descubrió la conjura acusándolos con Zeus quien dio duro castigo ante tal insolencia: Poseidón, Apolo y Atenea quedaron reducidos ante la mayor humillación para un dios, ser esclavos durante un año de un mísero mortal, el afortunado ser no fue otro que el rey de Troya, así Poseidón erigió las murallas de la ciudad, mientras Apolo se encargó de los rebaños troyanos tornándolos los más exquisitos de todos y Atenea otorgó victorias en demasía para dicha ciudad, ¿y Hera? La señora de brazos blancos fue atada de las muñecas en lo más alto del éter y se le colgaron dos yunques en los pies dejándola en este estado lamentable durante ese año; en otra ocasión decidió marcharse del Olimpo tramando realizar un chantaje al más puro estilo mexicano, pero Zeus, en lugar de caer en el juego, decidió tomar una nube y disfrazarla de mujer, paseándose por todo el Olimpo presumiendo a su nueva “esposa”, cuando Hera se enteró de semejante atrevimiento retornó a la divina morada y muerta de celos desgarró las ropas de su supuesta rival, descubriendo así que sólo se trataba de una broma pesada y exponiéndose a la burla de todos los dioses; es por ello que la señora de los dioses decidió cambiar de estrategia tomando venganza ya no en su esposo, sino en las amantes o hijos de éste; de todos los casos el más destacado es aquel que involucra al gran héroe de Grecia, el mejor de los hombres, aquel varón cuyo nombre incluso significa “la gloria de Hera”, así es, estamos hablando del mismísimo Herácles o Hércules, pero esa es otra historia que ya abordaremos en la siguiente ocasión.

Para saber más puedes leer:
GUIRAND, F., Mitología General, Editorial Labor, Barcelona, 1960
GRAVES, Robert, Los mitos griegos, en: http://www.bibliocomunidad.com/web/libros/Graves,%20Robert%20-%20Los%20Mitos%20Griegos%20I.pdf