La Capilla del Rosario de Puebla
Joya de la corona novohispana
Quien haya visitado la bella ciudad de Puebla de Los Ángeles o, como el buen Benito Juárez la nombró al triunfo de la República, Puebla de Zaragoza, no negará que uno de los lugares obligados es la famosa “Capilla del Rosario” del Templo de Santo Domingo ubicado en la esquina conformada por 5 de mayo y avenida 4 Poniente; la capilla ataviada con oro, retablos y esculturas doradas y estofadas parecieran asegurar al viajero que se encuentra, como Dante, ante la entrada del Paraíso Celestial. Sea la religión que se profese, la presencia de este patrimonio cultural novohispano forma parte de nuestras raíces, de nuestra identidad, cuando alguna vez fuimos virreinato y creíamos en reyes poderosos allende los siete mares. La Orden de Predicadores mejor conocidos como Dominicos, es una antigua orden religiosa fundada en el siglo XIII por el santo español: Domingo de Guzmán; cuenta la leyenda que un día la madre del prohombre, antes de darlo a luz, tuvo el sueño en que un dálmata mordía a los lobos y a su vez llevaba una tea encendida entre las fauces, según esto la visión fue explicada a la afligida madre diciéndole que el hijo en sus entrañas sería luz del mundo cristiano que alumbraría y defendería la fe como un fiel can, de ahí que también se les denomine los Domini Cani, o mejor dicho “Los canes de Dios”. Sea cierto o no, la Orden de Predicadores, confirmada por el papa Honorio III, se destacó por dar al mundo los mejores teólogos, legados canónigos e inquisidores de la historia. Pero esto no debe predisponer al lector, la función de dichos frailes en la Nueva España se destacó por sus labores antropológicas y pedagógicas. En el siglo XVI se construyó la ciudad de Puebla y junto con ella el Templo de Santo Domingo, no obstante la Capilla del Rosario destaca por su fastuosidad y manejo de la
hoja de oro; áurea de piso a techo, en un soleado día da la impresión de que se está ante las mismas puertas de la Nueva Jerusalén. El padre Juan de Cuenca fue quien inició su construcción hacia 1650, y según cuentan los locatarios la soberbia arquitectura logró su realización por medio de las limosnas de los devotos poblanos, entre los cuales, según los anales, los que más aportaron fue la masa de pobres y desposeídos; pasaron 40 años para que fuese consagrada como conmemoración de la fundación de la ciudad de Puebla, así para el 16 de abril de 1690 Diego Gorospe terminaba la joya más refulgente de la iglesia novohispana. Cuenta con una excelente simetría a través de una planta tramada en cruz latina, los muros recubiertos de yeso con apliques de hoja de oro y un friso de talavera poblana, resguarda entre sus muros el estilo barroco combinado con el arte mudéjar; dentro del friso, se colocó un rosario de talavera que recorre toda la planta, con el objetivo de ofrecer una opción de rezo para los indígenas que carecían de los medios para hacerse de uno. A imitación de los complejos góticos, la capilla novohispana, cuenta con sobrerrelieves en su bóveda que muestran las Tres Virtudes Teologales: Fe, Caridad y Esperanza. Cada uno de los retablos, esculturas y relieves está diseñado para contar al mundo la historia de los santos dominicos y de cómo han sido luz del mundo como lo soñó la madre del santo fundador, sin embargo no corresponde a este artículo ahondar en la historia religiosa medieval, será en otra ocasión donde abordemos leyendas antiguas sobre santos y santas del Medioevo. Pero sí es destacable que este espacio es uno de los patrimonios históricos obligados para todo buen viajero que pose sus plantas en la hermosa ciudad de Puebla de los Ángeles.
Para saber más puedes consultar:
PEINADOR Primo, Antonio Fr., Visita a la Capilla del Rosario, 3ª Ed., Templo de Sto. Domingo, México Puebla, 2011
Página oficial de la Orden de Predicadores en México: http://portico.op.org.mx/