Hace 30 años el físico Richard Feynman aseguró que un científico podía ver más belleza en una flor que un artista.

Era su respuesta a un amigo que le había dicho que “un científico separa (la flor) en partes y la vuelve sosa”.

Para él, estaba equivocado: los científicos no solo podían apreciar la hermosura evidente, sino además la que no se veía tan fácilmente.

“En primer lugar, la belleza que él ve la podemos ver otras personas también. A pesar de que quizás no soy tan refinado como él, puedo apreciar lo lindo de una flor. Al mismo tiempo, puedo ver más en la flor que él: puedo imaginar las células y sus complicadas acciones, que también tienen su belleza”.

“¡No solo hay belleza a nivel de centímetros, también hay belleza en dimensiones más pequeñas! Las estructuras internas, los procesos, el hecho de que los colores de la flor evolucionaran para atraer a los insectos para que las polinizaran…”, insistió, en conversación.

“Eso implica que los insectos también pueden ver color, y genera preguntas: ¿significa eso que esa apreciación de la belleza también existe en especies más básicas? ¿Por qué es estética? ¡Toda clase de preguntas interesantes que gracias al conocimiento científico se suman a la excitación, misterio y maravilla de una flor… yo no entiendo cómo se puede decir que eso resta!”.

“Yo no creo que el conocimiento le quite belleza a las cosas”, concuerda Rosie Sanders, una artista con un interés particular en las flores.

“La belleza es una palabra que usamos como abreviación para expresar nuestra respuesta ante lo que nos parece visualmente estimulante”, opina el artista visual y profesor de Arte y Diseño de Cerámica en la Universidad de Artes de Londres. Como la belleza no es un término definitivo, señala, las discusiones sobre el tema son difíciles.

¿Le parece entonces a Kesseler que la ciencia reduce el arte a algo insípido? “No, la ciencia revela nuevos conocimientos y perspectivas; depende del observador usar o ignorar lo que se le presenta”.

La belleza de lo diminuto

Desde la entrevista con Feynman en 1981 el campo de la fotomicrografía digital ha florecido.

Flor de Rosie SandersLa obra de Rosie Sanders tiene influencias de la macrofotografía.

“La belleza en dimensiones más pequeñas”. de la que Feynman habló, ahora es iluminada con imágenes de alta magnificación que a la vez realzan la comprensión científica y a menudo son obras de arte en sí mismas.

Esas imágenes y técnicas han sido una rica fuente de inspiración para artistas como Sanders, quien señala que siempre amó “la minucia de las cosas”.

Anita Nowinska, una artista contemporánea que a menudo pinta flores, dice: “frecuentemente trabajo a nivel macro y he usado microscopios para mirar formas naturales”.

Una idea bien ilustrada puede hacer que un concepto científico difícil se torne accesible, añade.

“Piense en (Charles) Darwin. Él vio detalles y diferencias diminutas en las criaturas y las documentó con bellas interpretaciones artísticas”.

Pétalo magnificadoUn pétalo magnificado x766, una imagen lograda con un microscopio electrónico de barrido.

“Estéticamente, a mí me inspira y excita la belleza y el detalle en una flor y quiero capturar eso en mi trabajo -agrega-, pero siempre me ha fascinado la ciencia y la biología es mi segunda pasión, después del arte”.

“Para mí la sexualidad y sensualidad de una flor que retrato en una pintura es una celebración de la maravilla de la forma en que evolucionó; el propósito del estambre, el polen, el color, los pétalos…”.

Kesseler comparte el entusiasmo diciendo: “Los artistas se pueden inspirar con todo, desde lo mundano hasta lo trascendental”. A él mismo lo inspiró “una semilla de diente de león recogida en el jardín de (Gregor) Mendel, donde él descubrió las leyes Mendel (que rigen la herencia genética)”.

El académico y artista trabajó con el Jardín Botánico Real de Kew y el Banco de Semillas del Milenio para explorar polen, semillas y otros partes de las plantas usando microscopios electrónicos de barrido. El resultado fue una serie de libros que combinan técnicas científicas con realces artísticos que agregan impacto visual y claridad a los detalles científicos de interés para los observadores no especializados.

Curiosidad

La microfotografía de una semilla de scabiosa tomada en blanco y negro y coloreada a mano por Rob Kesseler.La microfotografía de una semilla de scabiosa tomada en blanco y negro y coloreada a mano por Rob Kesseler.

Los científicos y artistas constantemente están explorando nuevos conceptos, técnicas y materiales. Lo que los vincula es su curiosidad e interés en el mundo natural.

Y no sólo ellos: Rosie Sanders señala que desde la infancia, la persona promedio “está fascinada por la manera en la que funciona y evoluciona la naturaleza, cómo las cosas nacen, se reproducen y mueren”.

“Todo ese saber adquirido nos ayuda a apreciar la belleza de las cosas”.

Anita Nowinska añade que “lo que los artistas y científicos tienen en común es la habilidad de ver lo que la mayoría de la gente no ve”.

Usando esa habilidad, “los científicos documentan y exploran; los artistas capturan e inmortalizan”.

Todos parecen estar de acuerdo…

Menos el poeta

GirasolLas espirales de las semillas del girasol siguen una secuencia matemática.

El poeta romántico William Wordsworth dejó para la posteridad otro punto de vista, expresado en su poema “The tables turned”, en el que escribe:

Dulce es la voz de la Naturaleza;

Nuestro retorcido intelecto

desfigura las bellas formas de las cosas;

Asesinamos para disecar.

Wordsworth parece no estar de acuerdo con el argumento de que la comprensión científica profundiza nuestra apreciación de la naturaleza; más tarde urge a sus lectores a que “permitan que la Naturaleza sea su maestra” y a que dejen los libros atrás.

Eso, volviendo a Feynman, restaría en vez de sumar.

Usted, ¿qué opina?.

(BBC)