“La educación que reciba hoy, será su economía mañana”, dice Andreas Schleicher de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), quien se ha convertido en una de las figuras más influyentes del mundo en materia de educación.

Los estándares actuales de la educación en todo el mundo se darán a conocer la próxima semana, cuando se publiquen los resultados del Programa de la OCDE para la evaluación internacional de estudiantes, mejor conocido como PISA, por sus siglás en inglés.

De estas largas pruebas, que se realizan cada tres años, se obtienen los rankings internacionales de educación para más de 60 países y decenas de administraciones regionales, con base en las pruebas de lectura, matemáticas y ciencias tomadas por más de 500.000 estudiantes de 15 años de edad.

Y en el futuro podrían ser volverse aún más grandes, asegura Schleicher, quien también quiere desarrollar un ranking de la OCDE para las universidades.

La liga global

EstudiantesEn un mundo globalizado las comparaciones con otros países son clave, dicen los especialistas.

Esta última copa mundial de estándares escolares revelará si los sistemas de Asia, como el de Shanghái en China o el de Singapur y Corea del Sur, siguen siendo triunfadores mundiales.

Y, ¿será que las tradicionales potencias occidentales, como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, seguirán atrapadas en la categoría “deben hacerlo mejor”?

¿Cuál es el objetivo de estos cálculos?

Schleicher, a quien ahora citan los ministros de Educación, dice que la idea comenzó en la década de 1990 cuando se reconoció que los gobiernos estaban siendo comparados por la cantidad de dinero que invertían en educación y no por sus niveles de éxito.

Entonces, la idea se puso en marcha y alumnos de distintos países tomaron lápiz y papel para realizar pruebas en materias básicas.

Y se eligió el nombre de PISA, no por ningún vínculo con la ciudad italiana, sino porque era el acrónimo del nombre de la prueba en inglés y francés (Programme for International Student Assessment – Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos).

Estudiante en ShangháiShanghái se destacó en las pruebas PISA 2009.

Competitividad

Para Schleicher, en un mundo globalizado las comparaciones con otros países son clave y ello aplica tanto en la educación como en la economía.

“La competitividad de un país y sus perspectivas de empleo individuales están muy influenciadas por lo que ocurre en otros lugares”, dice.

“En una economía global, las mejoras respecto a los estándares nacionales no son una medida del éxito. Se compite a nivel mundial”.

Confiar solamente en los exámenes nacionales, en los que las calificaciones parecen mejorar, es perjudicar a los jóvenes, argumenta.

“Es como decirle a un estudiante que está en situación de desventaja en su salón de clases, ‘no importa cómo se compare tu desempeño con el de otras escuelas, te voy a calificar con una buena nota porque estás haciendo lo mejor que puedes'”.

“Eso es muy bonito, pero cuando el estudiante salga al mercado laboral se chocará con la realidad”.

“Es muy importante saber qué tan preparados están los estudiantes para funcionar en una economía global”.

Crudas revelaciones

Estudiantes en Estados UnidosEl Departamento de Educación de EE.UU. tuvo que enfrentar críticas por los resultados de PISA.

El examen de PISA, que puede acabar con la idea de que todo está mejorando, no tiene muchos amigos.

La primera víctima del “PISA shock” fue Alemania, el país de Schleicher, que había cultivado la imagen de tener un sistema de alto rendimiento educativo.

Los resultados del año 2000 indicaron que el sistema no era bueno sino mediocre y eso generó una gran controversia. Un diario alemán describió la experiencia como un “desastre instructivo”.

Entre las revelaciones más crudas también se encuentra el deterioro del sistema escolar estadounidense. La que solía ser una superpotencia educativa se quedó atrás y ha sido superada por muchos otros países, de Asia sobre todo.

Schleicher recuerda que el gobierno de EE.UU. estaba profundamente insatisfecho con los resultados de 2006 y que incluso trató de presionar a la OCDE.

El político estadounidense que intervino para defender la importancia de la publicación de los resultados fue Ted Kennedy, señala Schleicher.

Kennedy, que presidió el comité del Senado sobre educación, se convirtió en un gran apoyo para el proyecto PISA.

“El senador Kennedy me salvó la vida en la OCDE”, dice.

El curioso caso de Italia

En Italia, los resultados de 2009 revelaron otra debilidad oculta. Aunque las mejores notas de los exámenes nacionales se distribuyeron uniformemente en todo el país, las pruebas PISA mostraron que los alumnos del norte tenían un desempeño superior.

Esto quiere decir que era mucho más fácil conseguir buenas notas en el sur de Italia y ello representaba una “injusticia increíble”, pues los empleos públicos dependían de dichas calificaciones.

Sin la medición externa de PISA, tales problemas continuarían siendo invisibles.

Sin embargo, hay otros críticos que advierten sobre el impacto de la limitada visión de PISA, que clasifica a los sistemas escolares con un número muy restringido de medidas.

El influyente profesor inglés, Anthony Seldon, cree que los gobiernos están “cada vez más fascinados y deslumbrados” por las pruebas PISA.

“Sin embargo, estas pruebas son defectuosas y su impacto es profundamente dañino para los jóvenes”, opina.

SchleicherAndreas Schleicher quiere extender el ranking de la OCDE a la educación superior.

La rebelión de Asia

Las pruebas también han puesto en evidencia el rostro cambiante del mundo de la educación. PISA ha registrado el surgimiento y auge de países y ciudades de Asia, como Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y Shanghái, en donde la inversión en educación es vista como una manera de acelerar los avances de sus economías.

Pero, ¿cómo pueden ser realmente justas las comparaciones internacionales de los estándares de educación? ¿Tiene algún sentido comparar a países tan distintos como Finlandia, Perú y Vietnam?

Schleicher es un sólido defensor de tales comparaciones, diciendo que aunque sean justas o no, los jóvenes de todos los países están compitiendo entre sí en una economía globalizada. Las habilidades que aprendan serán muy importantes para su vida.

Graduandos en ChinaClase de 2013: Casi siete millones de estudiantes chinos se graduaron este verano.

“No se trata de la élite, los pobres son quienes se ven afectados por la globalización, son ellos los que van a perder sus puestos de trabajo porque no se están manteniendo al día con las habilidades del otro lado del mundo”.

En cuanto a la metodología, los resultados de las pruebas se basan en una muestra representativa de alrededor de 5.000 alumnos de cada sistema escolar, que es supervisada por la OCDE. Algunas muestras tienen números más grandes: 12.000 en el Reino Unido y 38.000 en Italia, por ejemplo.

Las pruebas, diseñadas por investigadores australianos, deben tener preguntas culturalmente neutrales, que sean tan relevantes en Túnez como en Estonia.

Los nuevos resultados también proporcionarán una imagen mucho más detallada de las diferencias regionales. Se mostrará cómo el estado de Massachusetts en Estados Unidos o cómo una región de España o Italia se habrían desempeñado si hubieran sido clasificados como un país.

Y ésta no es sólo una gigantesca fiesta de datos. Hay un propósito humano de todo esto, dice Schleicher.

Estos exámenes muestran las deficiencias en algunas habilidades básicas que necesitan los jóvenes. Y si estos chicos abandonan la escuela sin estas destrezas, “ese vacío será muy difícil de solucionar a posteriori”.

“En EE.UU. todo el sistema se deterioró. En Europa hay 80 millones de personas que no saben leer mejor que un niño de 10 años de edad”.

“¿Qué hacer con esta gente? Ese es el verdadero reto. Los países con buenos sistemas escolares tienen grandes activos”.

Fuente: (BBC)