Onania‘ es el nuevo trabajo del londinense Jan Manski. Se trata de un proyecto que mezcla la instalación con la escultura para evocar un mundo siniestro y tétrico que combina contundentemente el rosa palo, los estampados vintage y los collares de fantasía con la desfiguración de los rostros, la malformación física y las mutaciones hipertróficas. Su obra pretende ser una pesadilla llegada del futuro, el negativo distópico de nuestros sueños más resplandecientes: la juventud, la belleza, el placer, el estilo, la pulsión quirúrgica a retocarnos hasta llegar a la perfección. Todo ello interpretado en su reverso más lúgubre.

‘Onania’ es una palabra que se refiere a la masturbación y, por lo tanto, al placer, aunque no a un placer cualquiera: se trata de un deleite autoproducido, un gozo solipsista. El narcisismo y el hedonismo se unen en esta imagen sexual pervertida por la degradación de los órganos, por los rostros casi alienígenas que mezclan pútridas estructuras óseas con la viscosidad de un tentáculo o una vagina. La monstruosa sexualización de los cuerpos los desfigura por completo, convirtiendo el placer en un apéndice de la pulsión tanática de nuestra sociedad. La poética que ensaya Jan Manski no está lejos de la del cineasta David Cronenberg, quien ya había explorado estos límites en películas como ‘Crash‘: la patología colectiva de adorar la belleza hasta el horror.

Portadas de la revista ‘Elle’, maniquís convertidos grotescas criaturas informes o masas de carne, hueso y vísceras que se maquillan ante un imponente tocador: estas son algunas de las formas en las que Jan Maski reinterpreta nuestros sombríos ideales. Bienvenidos al museo de la amorfia y la desproporción.

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Fuente: Play Ground