jabón, Alepo

La fama y popularidad del jabón de Alepo, considerado el primer jabón jamás elaborado, rebasa las fronteras del Medio Oriente. Sin embargo, hacer negocios en la segunda ciudad más importante de Siria se está volviendo casi imposible debido a los intensos combates. El futuro del legendario jabón es ahora incierto.

Uno de los recuerdos más tempranos de Nabil Andoura es hacer jabón con su abuela.

Ella pertenecía a una familia que fabricaba el tradicional jabón y heredó una receta celosamente guardada, que no había cambiado durante generaciones. “Durante siglos”, dice Andoura orgulloso.

Hecho con una mezcla de aceite de árbol de laurel, aceite de oliva y soda, el jabón de Alepo no utiliza productos químicos ni aditivos.

Los cruzados lo llevaron por primera vez en Europa en el siglo XI.

En los últimos 10 años, la demanda internacional del producto -intensamente hidratante y completamente natural- se ha disparado.

Sin embargo, el mes pasado, después de dos años de enfrentamientos en Siria, Andoura se vio obligado a huir.

“Irme fue una decisión difícil, muy difícil. Pero era demasiado peligroso quedarse”, dice.

“Tengo 56 años de edad y lo he perdido todo. Perdí mi trabajo, perdí mi historia”.

[sws_divider_line]

[sws_red_box box_size=”700″] Cuesta abajo [/sws_red_box]

Andoura creó su propia compañía, Noble soap, hace 17 años. Su negocio creció y llegó a tener un valor de US$10 millones. Exportaba a Estados Unidos, Europa, Japón y China.

Cada barra toma casi un año para elaborarse. Andoura solía comprar el aceite de laurel directamente de las aldeas en las afueras de Alepo, pero cuando aumentó la demanda tuvo que viajar más lejos, para obtener las cantidades que necesitaba: a Latakia en la costa mediterránea y a Antakya en Turquía.

Los olivares, sin embargo, seguían siendo abundantes en Alepo. En noviembre y diciembre se recogía el aceite de oliva de los árboles locales. La producción, cuando los aceites se hervían y mezclaban, se llevaba a cabo -por lo general- en los meses de invierno.

Después la mezcla se vertía sobre una superficie plana, como una piscina poco profunda, y se enfriaba y secaba durante casi siete meses. El bloque verde resultante era el jabón fresco que se cortaba de forma irregular y se marcaba con el sello del fabricante.

Andoura introdujo sólo pequeñas reformas a la técnica milenaria. Calentaba el jabón en una caldera de vapor en lugar de fuego de leña y producía una amplia gama de jabones a base de plantas que se adaptaban a los gustos del mercado moderno: manzanilla orgánica, miel, orégano.

En 2010, produjo 500 toneladas de jabón. Pero luego todo fue cuesta abajo.

Después del verano de 2011, los intensos combates hicieron que se volviera demasiado peligroso viajar a su fábrica, ubicada en las afueras de Alepo, en donde emplea a 75 personas.

Los disparos y los bloqueos de carreteras impidieron que los camiones hicieran sus entregas a las tiendas en Damasco. Las exportaciones también se paralizaron, puesto que las carreteras se volvieron intransitables. Los bloques de jabón se acumularon en su almacén de Damasco.

Luego, en 2012, la fábrica dejó de producir y sus trabajadores se dispersaron.

[sws_divider_line]

[sws_red_box box_size=”700″]No será lo mismo [/sws_red_box]

Pero no sólo su negocio tuvo problemas, la seguridad de Andoura también se vio amenazada.

Una noche, cuando salía de su oficina en Damasco, dos hombres enmascarados le ordenaron que saliera de su auto. Uno de los hombres comenzó a interrogarlo, él piensa que con el fin de secuestrarlo, pero en ese momento otro carro se detuvo al lado y comenzó a disparar contra los hombres. En medio de la confusión, Andoura tuvo la oportunidad de escapar.

Incluso después de esto, Andoura se quedó en Siria, pero luego su esposa e hija casi mueren en un ataque en una concurrida zona comercial de Damasco.

Aunque sobrevivieron, la explosión alcanzó a dañar a su auto y ello fue determinante para que Andoura tomara una decisión. Él sabía que tenía que sacar a su familia del país. Su hijo se había mudado recientemente a Beirut, así que se le unieron.

Para él, la destrucción de la ciudad siria sólo es comparable a Japón y Alemania después de la II Guerra Mundial.

“Creo que el pueblo sirio puede volver a reconstruir, pero tenemos que dejar de matarnos unos a otros”, dice.

Ahora está tratando de localizar a uno de sus fabricantes de jabón, que ha oído que también está en Líbano, con la esperanza de poner en marcha su negocio otra vez.

“No sé cuándo o si puedo volver, así que estoy tratando de continuar aquí en Beirut”, asegura.

Aunque sabe que el jabón no será igual, si no se hace en Alepo.

BBC