En unos edificios de ladrillo poco llamativos, a las afueras del campus principal de Google, en Mountain View, California, está Google X.
No hay señales que te indiquen que has llegado; nada extraño teniendo en cuenta que se trata del laboratorio secreto del gigante tecnológico.
“Si tenemos éxito, aunque sólo sea con uno de los proyectos en los que estamos trabajando aquí, no necesitaremos ni una sóla señal”, explica Astro Teller, jefe del laboratorio. “Si no lo hacemos, no merecemos una.”
Google X – o Google [x], como aparece en su buscador, es lo que la compañía llama su “fábrica de misiones a la Luna”, donde anima a los inventores e ingenieros a colaborar con ideas audaces.
La futurista tarjeta de visita transparente de Teller lo describe como “capitán de misiones a la Luna”. Nacido en Cambridge, Inglaterra, es nieto del físico Edward Teller, al que se le reconoce como el “padre de la bomba de hidrógeno”.
Buscando problemas
Pero, ¿qué es exactamente una misión a la Luna y cómo se capitanea eso?
Pasé una mañana con Teller, con la esperanza de aprender sobre descubrimientos científicos y los últimos avances tecnológicos. Pero lo que más me fascinó fueron sus ideas sobre cómo una organización puede promover innovaciones revolucionarias y cómo apuntar alto en sus expectativas.
La X de Google X significa diez – mejorar un problema diez veces en un plazo de diez años-. Pero, ¿cómo identificar una potencial misión a la Luna?
“Lo primero es que haya un problema que podemos identificar”, explica Teller, “y en ocasiones eso es más difícil de lo que uno pueda imaginar”.
A Teller le llegan habitualmente un montón de ideas geniales, como una superficie que sin necesidad de contacto pueda levantar objetos. Pero, dice, eso no salió adelante porque “no ataja un problema”.
Tras identificar la cuestión a resolver, asegura que debe haber un producto o servicio que suene a ciencia ficción y que, si funciona, haga que el problema desaparezca.
Ciencia ficción
En caso de que pienses que esto no es más que un palacio de quimeras, Teller añade rápidamente una tercera característica de la plataforma de misiones a la Luna de Google X: “Esa solución tiene que estar basada en la ciencia o la tecnología, para que decidamos que no es solamente una locura”.
Por ejemplo, cita el problema de los millones de personas que mueren en las carreteras cada año en accidentes de tráfico.
La solución de ciencia ficción son los autos sin conductor que no chocan. Google ya ha hecho cientos de miles de millas de prueba con esos autos que sugieren que la tecnología funciona y podría transformar el mundo.
Pero la manera en la que Teller y Google crean este tipo de avances suena perversa.
“Debes recompensar a la gente por errar, dice. Si no, no se arriesgarán a hacer descubrimientos. Si no premias el error, la gente se quedará en ideas poco arriesgadas por miedo a las consecuencias. Eso hace perder tiempo y mina el espíritu de organización.
Encontrar nuevas ideas transformadoras es como enviar un equipo de scouts a explorar territorios vírgenes, para encontrar nuevas montañas que escalar”, explica.
“Si los humillas cuando vuelven, si les dices que han fracasado porque no encontraron la montaña, independientemente de cuánto la hayan buscado y cómo lo hayan hecho, esos scouts se irán del grupo”.
Libertad de movimiento
Los directivos de Google deben tener a sus trabajadores contentos porque, según Teller, no hace falta el permiso del jefe para irse de un determinado departamento si deciden que su superior se está comportando de modo desagradable.
“No sólo te irás tú sino que todo el mundo hará lo mismo y ese tipo se va a ver expulsado por su propia gente”.
Los proyectos de Google X tienen muchas fuentes de inspiración y muchos puntos de partida.
Pero Teller asegura que ninguno de ellos ha partido de la pregunta de negocios convencional: “¿Cómo podemos hacer muchísimo dinero”. Eso es, explica, porque estas ideas son sobre cambios enormes, transformadores y perturbadores y no el cambio gradual de un comercio convencional.
Si, como un negocio convencional, explica, “haces las cosas un poquito mejor para mucha gente, necesitarás un equipo de ventas y de mercadotecnia de alto nivel para asegurarte de que compran tu solución sólo porque es un poco mejor”.
“Pero si es mucho mejor, el dinero va a ir a buscarte de manera justa y elegante”.
Y esa, dice, ha sido la teoría de Google desde el principio.
“Cosas como el buscador, el traductor o los mapas han sido de dominio público y gratis y generalmente han funcionado sin publicidad y sin ninguna compensación, en algunos casos por muchos años. A Google no le eran rentables o ni siquiera tenía un plan para sacar más dinero de ello; la motivación era “crear valor para los usuarios. Ya veremos cómo hacer dinero después”, concluye Teller.
Y nadie puede decir que no lo haya hecho.