Definición de la Real Academia Española de la Lengua: Retrato
(Del lat. retractus).
1. m. Pintura o efigie principalmente de una persona.
2. m. Descripción de la figura o carácter, o sea, de las cualidades físicas o morales de una persona.
3. m. Aquello que se asemeja mucho a una persona o cosa.
Resultan particularmente interesantes para este escrito las definiciones 2 y 3.
Como es costumbre, con cada Presidente de México, se realiza una pintura, un retrato que pueda colgarse en una pared especial en Palacio Nacional, algo así como el sello final para su Administración y que a su vez deje una patente que demuestre: estuvo ahí… por si a alguien se le llegara a olvidar.
Uno de los últimos actos de Felipe Calderón Hinojosa fue la develación de la pintura hecha por el artista plástico español Santiago Carbonell. Recargado en un busto de lo que parece ser Morelos, se le ve sonriente y relajado, como satisfecho por su labor. Sin lugar a dudas una actitud desprovista del carácter patriarcal que tienen las pinturas de otros expresidentes. El costo de este retrato fue de $754,000.00. Yo no le veo por qué debe ser tan cara, pero la verdad nunca me he caracterizado por ser un buen valuador de arte.
Por sus declaraciones, al pintor no le agradó mucho la idea de ser el creador de la obra, pero igual la pintó e igual cobró: “Muchas veces, como artista tienes que hacer cosas que a lo mejor no son muy de tu agrado y te cuestan mucho. Otras amorosas que fluyen sin fatigas. Son los gajes del oficio. Realizar tu trabajo con tu mejor esfuerzo y la mayor honestidad”.
Para rematar la patada al saliente ogro filantrópico y mecenas de ocasión, el pintor añadió: “Siempre pensé que los retratos de gobernantes es un atavismo monárquico, un poco reñido con el ideal republicano, pero aún así hay tradiciones que perviven sin que nadie se detenga a preguntar el porqué de ello. En este caso me tocó a mí pintarlo”.
Lejos de criticar esta particular actitud de Calderón Hinojosa, pues no fue 1 sino 3 los retratos que mandó a hacer y, a juicio de este servidor, es una falta de congruencia por parte del artista, es buen momento para retomar las definiciones 2 y 3 de las RAE.
Muchos recuentos del sexenio que termina se han hecho en estos días; en los cuales saltan a la vista y a la sensibilidad los 70,000 muertos, según cifras oficiales, de una guerra contra un enemigo de casa pero animado por el país vecino del norte.
Un retrato busca apegarse al personaje englobando las cualidades físicas y morales, plasmado mediante colores, partiendo de esto: ¿Cómo debería ser realmente la pintura de Calderón? ¿Se le vería tan relajado y satisfecho? ¿Cómo reflejar las frustraciones ante la imposibilidad de cumplimiento de las promesas vertidas en campaña? Desde los primeros años del sexenio se veía lejos la efigie del Presidente del empleo. De igual manera, también quedaron olvidadas las manos limpias, aquella manera en la que se dio a conocer a un país ávido de honestidad, eso también fue un slogan más, igual que su cuadro será colgado con las demás frases que han usado otros candidatos para atrapar votos como “Ya” o “Bienestar para tu familia”.
Mi abuela diría: lo que mal empieza, mal acaba. Calderón tomó protesta como Presidente de México cuando la ciudadanía no estaba convencida de que realmente hubiera ganado, de que junto con los grandes controladores del poder y en contubernio con el Instituto Federal Electoral el triunfo era suyo con base en trampas y mañas. Nunca pudo pararse frente a Diputados y Senadores para rendir su Informe de Gobierno como lo señalaba el canon y tradición; sin embargo, sí respeto otras tradiciones como la de su retrato, por eso el ahora ex Presidente puede posar tranquilo y relajado como ya se le ve en Palacio Nacional.