Tres cuartos de los alumnos de Harvard sienten que fueron aceptados por algún error en el proceso de admisión. Hasta muchos ejecutivos y profesores sienten que algún día cometerán un error que generará la pregunta: ¿Por qué contratamos a esta persona? Es obvio que no sabe lo que hace.”
¿Cuál es el problema? ¿Nadie esta calificado para su puesto?
Si pones atención a la psicología de la organización, la respuesta es ‘no’. Lo que padece esta gente es síndrome de impostor.
Si nunca has oído de esto, el síndrome de impostor es cuando una persona, muy en el fondo, siente que no se merece el puesto o título que tiene.
La gente que se siente como un impostor a menudo son perfeccionistas, fijan sus metas a un grado irrealizable y se desmotivan y se desprecian cuando no cumplen con esas metas que nunca iban a poder alcanzar de ningún modo. Con frecuencia los impostores neuróticos se convierten en trabajoadictos.
Antes de seguir hagamos unas aclaraciones: el trabajoadicto no es adicto al trabajo en sí, sino que la validación que recibe por su éxito. Y si la perfección es lo que te motiva, entonces la vergüenza será tu acompañante siempre.
Luchamos con la perfección en áreas de nuestra vida dónde nos sentimos más vulnerables hacía la vergüenza.
Cuando se te impone el síndrome de impostor, estás son unas cosas que deberías tomar en cuenta:
- Date cuenta de lo que te esta pasando: un ciclo clandestino de auto-reproche.
- Ya que no te sientes como el más perfecto en tu trabajo, silenciosamente te llamas a ti mismo un fraude y sientes vergüenza por ser falso y buscas protegerte buscando más la perfección.
- Hay que ejercer un poco de agilidad emocional y alejarnos un paso de este ciclo vicioso y explicarle a la gente lo que sucede en tu cabeza, de esta forma, se relajaran otros perfeccionistas cerca a ti que estén pasando por lo mismo que tú.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.