Un tipo especial de ruido ataca a los pasajeros que esperan el metro de Nueva York. Allá abajo, el nivel de sonido regularmente excede los 100 decibeles, suficiente para perjudicar la audición de una persona con el tiempo.
Fue en una de esas plataformas que George Foy, un periodista y profesor de escritura creativa de la Universidad de Nueva York, se exasperó de repente, cuando cuatro trenes llegaron al tiempo.
“Me volví momentáneamente loco”, recuerda.
Se acurrucó y se metió los dedos en los oídos, desesperadamente tratando de bloquear la cacofonía.
“Me empecé a preguntar por qué me aguantaba eso”, dice.
Fue entonces que se disparó su obsesión por encontrar el lugar más silencioso de la Tierra.
“Pensé, ‘si esto es la locura del ruido, ¿qué es lo opuesto? ¿Cómo es el silencio absoluto? ¿Existe?'”.
La pesquisa de Foy, consignada en su libro “Zero Decibels”, se suma a la de muchos otros, que van desde profesionales de la salud a ecologistas y aficionados, quienes trataron de encontrar las esquinas más silentes del mundo.
Foy encontró su espacio silencioso por excelencia, pero no resultó ser el refugio pacífico que anticipó; de hecho, descubrió que hay un sonido humano del que ninguno de nosotros podrá escapar jamás.
Agua y aire
Siéntese en un lugar tranquilo por un momento y escuche. ¿Qué puede oír? Incluso en lo que parece silencio, pronto notará el ronroneo de la computadora, el tic tac de un reloj, el brr eléctrico de la nevera o el lejano rumor de un auto al pasar.
La bulla humana siempre nos acompaña, de una manera u otra.
Así que si uno quiere escaparse de ese ruido de fondo, ¿dónde empezar?
Enterrarse bajo tierra podría ser una opción pero asumamos que uno querría estar un lugar razonablemente acogedor.
Así mismo, la vida bajo el agua estaría llena de dificultades y, en todo caso, uno no puede escaparse de sonidos hechos por el hombre, como los reguladores de oxígeno o los motores submarinos necesarios para mantenerse vivo.
Eso sin mencionar el rumor sordo de los barcos, las excavaciones y explosiones que permean los océanos del mundo.
En el agua, el sonido viaja más de cuatro veces más rápido que en el aire y más lejos.
La lista del silencio
En tierra, tachar lugares de la lista de los posibles es fácil.
Imágenes satelitales sirven para excluir todas las áreas con luz artificial.
Google Earth además revela áreas donde hay tala de árboles, minería, agricultura, carreteras y rutas náuticas, todas, presuntamente, ruidosas.
Siguiendo esa lógica, Antártica inmediatamente se presenta como un candidato que promete. Tiene, sin duda, esquinas silenciosas, pero las estaciones complican las cosas.
En invierno, uno no querría salir de paseo. En verano, los aviones de investigación y los botes de turismo son prevalentes. Además, los científicos residentes surten de electricidad a sus campamentos con generadores de diésel, cuyo retumbar se escucha por 30 kilómetros a la redonda.
Otras aparentemente remotas regiones de la Tierra tampoco son mejores. Los aviones son los primeros culpables.
El rumor de los aviones más grandes puede llegar a viajar por 160 kilómetros. No hay una altitud a la que un jet comercial pueda volar en la que deje de ser audible desde el suelo y el sonido de un avión puede oírse, en promedio, durante entre tres y ocho minutos al pasar.
Aunque no hay vuelos comerciales que atraviesen Antártica, si cruzan otras zonas silvestres como el norte de Canadá, Siberia y el Sahara.
El Polo Norte también está descartado, pues hay aviones que lo atraviesan regularmente en rutas entre el norte de América y Europa.
Incluso en la profundidad de la selva amazónica, a 1.900 kilómetros de la ciudad más cercana, Gordon Hempton, un ecologista acústico y fundador de la organización sin ánimo de lucro One Square Inch, grabó los sonidos de uno o dos aviones por hora.
“Aunque uno esté lejos del camino, no está lejos de los caminos en el cielo”, dice.
Desafortunadamente, según Hempton no hay absolutamente ningún lugar en la Tierra que esté libre de sonidos humanos todo el tiempo.
Y Hempton no es el único. “No hay lugares en el mundo en los que yo haya estado que no estén afectados por el sonido humano”, concuerda Bernie Krause, experto en bioacústica y uno de los fundadores del campo de ecología del paisaje sonoro.
“En toda la Tierra, no pasa un día sin que uno no oiga algo”.
Discretos ganadores
Dada la falta de sitios verdaderamente silenciosos en la naturaleza, identificar el más callado de la Tierra depende de cuán estricto sea uno respecto a cuánto tiempo debe durar el silencio.
Hace varios años, una campaña para proteger a la Inglaterra rural declaró a un pedazo Northumberland como el lugar más tranquilo del país.
Una de las razones por las cuales este refugio idílico es tan tranquilo, sin embargo, es que está localizado al lado de un área de entrenamiento militar. Lejos de todas las carreteras y accesible sólo a píe o con bicicleta, esa esquina del país es ciertamente silenciosa, excepto cuando los tanques recorren la base o los soldados están practicando en el campo de tiro.
“Si uno va un día de entrenamiento, es todo menos tranquilo”, dice Trevor Cox, profesor de ingeniería acústica de la Universidad de Salford, Inglaterra.
Durante los últimos 30 años, la misión de Hempton ha sido descubrir lo que él llama “los últimos grandes lugares silenciosos”, sitios que gozan de intervalos libres de ruido humano de 15 minutos o más. Sólo toma en cuenta áreas de unos 3.100 kilómetros cuadrados o más, suficiente para crear un amortiguador de sonido alrededor de un punto central de silencio absoluto.
A lo largo de los años, su lista se ha encogido a medida que regresa a sitios previamente tranquilos y encuentra que han sido contaminados con ruido.
En todo caso, asegura que hay 12 de esos lugares en Estados Unidos y más en todo el mundo.
Un lugar en la selva Hoh, en Washington, otro en el Parque Nacional Grasslands en Canadá, así como el Parque Nacional de Haleakala en Hawái. Algunos, no los revela.
Aunque su búsqueda se enfoca en EE.UU., ha investigado fuera de esas fronteras. La mayoría de las partes desarrolladas de Europa y Asia fueron descartadas pero identificó un lugar callado en la profundidad de la selva ecuatoriana y en otros lugares de Suramérica.
Silencio, hecho por el hombre
Para quienes buscan un alivio absoluto para el ruido humano por un período indefinido, lo mejor son los cuartos específicamente construidos para ese propósito, llamados cámaras anecoicas. Son a prueba de sonidos y absorben ondas de sonido.
Esa fue la conclusión a la que llegó Foy, al menos, tras visitar una cámara de esas en los laboratorios Orfield de Minnesota. El sonido promedio ronda los -9 decibeles, así cualquier sonido que exista estaría por debajo de lo que el oído humano puede detectar.
“Se supone que es el lugar más silencioso de la Tierra”, dice Foy.
Mientras que otros tienden a sentirse incómodos en el desconcertante silencio, a Foy le deleitó poder desconectarse de todo.
Pero unos minutos después de estar en la cámara, notó que el silencio se había roto.
Su propio cuerpo -su respiración, pulso, incluso el sonido que su cuero cabelludo al rozar su cráneo cuando fruncía las cejas- estaba arruinando su oportunidad de lograr la nada auditiva.
“La única vez en la que uno puede escuchar el silencio absoluto es cuando no lo puede oír, porque está muerto”, descubrió.
Los lugares más silenciosos del mundo, entonces, son los que hemos construido, pero mientras estemos vivos nunca nos escaparemos del ruido que hace nuestro cuerpo.
Por otro lado, dado cuán incómodos se sienten muchos cuando experimentan el silencio absoluto, quizás lo que nuestras almas anhelan son las melodías de la naturaleza. Y todavía es posible encontrar bosques, playas o montañas en los que uno se puede relajar por 15 minutos o más completamente libre de la bulla de la existencia humana.
Pero si usted encuentra uno de esos serenos espacios, quizás es mejor que se quede callado.