La joven inglesa, de 20 años, tiene un trastorno mental conocido como dermatilomanía, que hace que se rasque la piel de forma repetitiva.

Desde los 12 años sufre de esta enfermedad, que “junto con la onicofagia o manía de morderse las uñas y la tricotilomanía (manía de arrancarse el pelo de manera involuntaria), se clasifica en la categoría de trastornos del control de los impulsos”, señala la página de la Academia Española de Dermatología y Venereología.

Y es que así pasa con Samantha Wake; no puede controlarse y cuando “detecta alguna imperfección en la piel, no puede dejar de pellizcársela o rascársela hasta que se la quita. El problema está en que con frecuencia termina con una herida mucho peor”.

La mayoría de las consecuencias de su trastorno se evidencian en la cara, que en muchas ocasiones debe ser cubierta con maquillaje para ocultar las cicatrices y costras que le quedan.

“Es horrible porque siento que me tengo que maquillar todo el tiempo y la gente no lo entiende. Me siento constantemente juzgada”, y asegura no sentirse ella misma cuando está maquillada.

Su trastorno ha sido difícil de llevar, pero admite que ya lo ha asumido y lo ha tratado por medio de terapias cognitivo-conductuales, que le “han enseñado a reconocer qué situaciones activan el trastorno y qué puede hacer para controlar la necesidad de pellizcarse”.

Ahora solo quiere ayudar a otras personas que tengan esta misma enfermedad o a otras que no la tengan para que la conozcan. Para ello ha creado un grupo en Facebook en el que no solo plasma su experiencia, sino sus mensajes de apoyo y motivación para otras personas con Dermatilomanía.