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Oír al biohacker, Hannes Sjoblad, hablando sobre conseguir un chip de identificación de radiofrecuencia instalado debajo de tu piel es como una inoculación contra la obsolescencia. Existen empleados en una oficina sueca llamada Epicenter usan de estos chips debajo de la piel, incrustados dentro de sus manos. La compensación es la facilidad a costo de información personal.

¿Por qué los empleados están de acuerdo con la implantación de microchips? Sjoblad ve los microchips como algo inevitable. Él quiere que los biohacker averigüen cuáles son las implicaciones y que entiendan la tecnología antes de que grandes empresas o el gobierno decidan que es buena idea requerir implantes de microchips en la gente.

En Epicenter estos chips brindan el acceso al edificio. Abren puertas al saludar con la mano con el microchip en lugar de buscar una tarjeta de identificación para pasar por una máquina que lo reconozca sólo para usar la impresora. Además, de esta manera, se registra quién usó la puerta y la impresora.

Claro, es la implantación del chip debajo de la piel que hace esto algo extraño. La gente siempre esta implementando dispositivos de registro mundanos ahora, desde registros de fitness hasta smartphones.

Los celulares son dispositivos de identificación imperfectos, pero la información que contienen es suficientemente personal y revelador que el verano pasado se dictó que la policía necesitaría una orden para acceder a sus datos.

Actualmente es opcional implantarse el microchip en Epicenter. Para aquellos que deciden implantarse el chip y ser parte del futuro distópico que vemos en películas de ciencia ficción, un tatuador profesional inserta el dispositivo.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.