Este es el trato que existe desde 1957, silenciosamente recolectando una colección de arte moderno que le daría envidia a cualquier curador de museo.
“La idea en realidad es increíble,” dice José San Cristóbal Larrea, el director del programa. “Esperamos ayudar a nuestros artistas mientras que al mismo tiempo estamos construyendo un patrimonio cultural para el país.”
Si vendes cinco piezas de arte en un año, le tendrás que dar al gobierno uno, si vendes 21, tendrás que darle seis al gobierno. Un jurado de 10 artistas procura que no intentes vender basura para salvarte de los impuestos.
El gobierno exhibe las piezas adquiridas de esta manera en museos mexicanos y oficinas de gobierno y también los presta para enviarlos a exposiciones alrededor del mundo. Otros trabajos están almacenados en una enorme bodega con control climático en la Ciudad de México.
Funcionarios publican cada pieza en la página de impuestos y la agencia las cuelga orgullosamente en su propio múseo en el centro de la Ciudad de México.
Hay piezas con contenido explícito, pero eso no importa. El arte no se censura aquí.
Hasta hay cierto simbolismo en el exento de impuesto con el arte. El cuadro que usó Rafael Coronel para pagar sus impuestos en el 1980 se llamaba “Aquel que no paga impuestos”
La idea de este programa fue de dos muralistas, David Alfaro Siqueiros y Gerardo Murillo. En el 1957, un amigo en común de ellos que también era artista estaba apunto de ir a la cárcel por deudas de impuesto y los dos se acercaron con el director de impuestos del país y lo convencieron de formar un programa de pago de impuestos con arte.
En el 1975 este programa se volvió oficialmente parte del código de impuestos.
Pero no todos pueden pagar con arte. Los participantes deben registrase con la SAT al enviar trabajo al jurado y deberán demostrar que han mostrado y vendido su arte.
Existen alrededor de unos 700 artistas registrados, sin embargo, no todos pagan sus impuestos con arte todos los años.
La mayoría de las piezas presentadas son aprobadas, pero algunos artistas reconocidos se les han denegado sus piezas para el programa en años recientes.
El programa sólo es para artes visuales, no para música ni literatura. Los administradores podrán empezar a aceptar el performance, considerándolo como arte para el programa. Los artistas tendrán que enviar videos, fotos y otros artefactos de su performance que el gobierno pudiera exhibir.
Las piezas están divididas por igual entre el gobierno federal, los gobiernos estatales y municipales.
Sin embargo, por ley el gobierno no puede vender ninguna pieza de una colección. Las piezas se convierten en patrimonio cultural protegido por el país. Pero existe una razón más práctica para esto: si el gobierno hiciera una ganancia de su venta, tendría que darle un reembolso de impuestos al artista.
Publicado por Othón Vélez O’Brien.