Por sus aportes a la educación técnica y el desarrollo científico del país, el astrónomo, escritor, político y matemático Luis Enrique Erro sigue presente en la memoria nacional, al cumplirse mañana martes el 117 aniversario de su natalicio.

Considerado uno de los mayores intelectuales de su tiempo, el investigador logró que se pasara de la astronomía de posición a la astrofísica, incorporando así al país dentro del movimiento científico contemporáneo.

Luis Enrique Erro Soler nació el 7 de enero de 1897, en la Ciudad de México; fue hijo de Luis Erro y Filomena Soler, originarios de España, reseña su perfil publicado en el sitio “biblioweb.tic.unam.mx”.

Cursó la educación primaria en el Colegio Jesuita del Sagrado Corazón de Jesús en Morelia, Michoacán. Desde la azotea de su casa en ese estado, descubrió, a sus siete años, las maravillas de la bóveda celeste, experiencia que determinó en su vida un camino que nunca abandonó.

Su formación secundaria y preparatoria la realizó en la Ciudad de México, en el Colegio de Mascarones y en la Escuela Nacional Preparatoria.

Se graduó en Ingeniería Civil, en lo que hoy es la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y se licenció en Derecho por la antigua Escuela de Jurisprudencia y Letras en España, donde cursó Literatura Castellana, Griego Clásico y Ciencias Sociales.

Estudió además en la Escuela de Altos Estudios, conocida actualmente como la Facultad de Filosofía y Letras, y tomó cursos de Metodología y Técnica de la Historia, al lado de Alfonso Reyes (1889-1959).

A lo largo de su vida realizó una labor constante como articulista, escribió en publicaciones como la revista “The Astronomical Journal” y el periódico “Excélsior”; fundó las revistas “Gladios”, en 1916, y “San-Ev-Ank”, en 1918.

También publicó numerosos ensayos y tratados, como “Axioma, el pensamiento matemático contemporáneo” (1944), “Las ideas básicas de la Astronomía moderna” (1950) y “Lenguaje de las abejas” (1951).

Escribió, además, dos guiones cinematográficos: “La marcha hacia el mar” y “Por aquí pasó Cortés”; así como una novela costumbrista sobre Emiliano Zapata, titulada “Los pies descalzos” (1950).

En 1923, formó parte en la rebelión delahuertista, tras la derrota del movimiento se exilió en La Habana, Cuba. Su constante lucha y las vivencias de la Revolución Mexicana marcaron su espíritu, preocupado siempre por los derechos de los más desvalidos.

Fue en Cuba donde conoció a Margarita Salazar Mallén, con quien contrajo matrimonio; juntos regresaron a México con la ayuda de Manuel Puig Casauranc (1888-1939), el entonces secretario de Educación.

Durante su vida ocupó importantes cargos en la política nacional, fue diputado federal de la XXXVI Legislatura (1933-1934), presidente del Congreso de la Unión, consejero del gobierno presidencial de Lázaro Cárdenas (1895-1970) y miembro del Servicio Exterior Mexicano en Boston, Estados Unidos.

Fue, además, presidente de la Comisión de Educación Pública, cargo con el que participó en la reforma del Artículo Tercero Constitucional, y miembro de la Comisión Nacional para la Educación Superior y la Investigación Científica.

Entre 1931 y 1934 fue titular del Departamento de Educación Técnica Industrial y Comercial; su trabajó dio origen a la Escuela Superior de Construcción (ESC) y a la Escuela Superior de Ingenieros Mecánicos y Electricistas, señala en un perfil biográfico el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

Fue titular del Consejo Nacional de Educación Superior y de la Investigación Científica (CNESIC) y fundó la Escuela Nacional Politécnica; estas dos instituciones sentaron las bases para la posterior creación del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

Formó parte del grupo conocido como Los Siete Sabios de México, de la Sociedad Matemática Mexicana, la Societé Astronomique, la American Astronomical Society y la American Association of Variable Stars Observers.

Fue fundador del Observatorio Nacional de Tonantzintla, que se inauguró en 1941 y del que fue director hasta 1950; posteriormente, el recinto se convirtió en la sede del actual Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE).

Este observatorio “significó la evolución del estudio astronómico observativo en el campo de la astrofísica, hecho de gran trascendencia para la investigación científica mexicana”, cita el portal de la Presidencia de la República.

Con el objetivo de llamar la atención sobre el nuevo observatorio e impulsar la ciencia en México, organizó el Primer Congreso Interamericano de Astrofísica, así como el Congreso de Física, eventos que contaron con la participación de renombrados científicos extranjeros.

Entre su labor astronómica figura el descubrimiento de 20 estrellas variables, en campos de elevadas latitudes; investigación que publicó en el “Bulletin of the Harvard College Observatory” y la cual le valió gran reconocimiento.

Luis Enrique Erro, pensador, hombre de acción y científico prominente, falleció el 18 de enero de 1955, a consecuencia de un grave problema cardíaco, que lo mantuvo internado en el Hospital de Cardiología.

En homenaje póstumo, la Unión Astronómica Internacional designó con el nombre de “Erro” a un cráter de la Luna; de la misma forma, el IPN dio su nombre a la Escuela Técnica Comercial, hoy CECyT No. 1, y al planetario de la Unidad Profesional de Zacatenco.

México, 6 Ene. (Notimex).