La especialista en Psicología adscrita al área de Calidad del Hospital de Ginecoobstetricia del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco, Esmeralda Yelisse García Ortega, aseguró que es normal la etapa cuando el niño muerde.
“Se considera normal y pasajera la etapa en la que el niño pequeño tiende a morder principalmente a su mamá y a otras personas cercanas derivado de un proceso de aprendizaje oral en el periodo de lactancia y posteriormente a la ansiedad que puede propiciar el periodo de dentición”, afirmó.
Añadió que los niños en esa etapa, entre 1 y 3 años de edad, pasan por ese periodo de morder, que se deriva de la primera etapa en su desarrollo que es la oral, “el niño empieza a conocer todo a través de la boca, como en el caso del pecho de la mamá que es su primer contacto al exterior”, explicó la experta.
Indicó que la ansiedad que le genera el proceso de dentición le impulsa a morder tanto objetos como personas, para satisfacer la necesidad de aminorar las molestias de la cavidad oral que el nacimiento de los primeros dientes suele generar, por lo que los padres de familia deben tener paciencia al respecto.
Agregó que al empezar a socializar el niño va descubriendo que sus acciones tienen repercusiones, si llega a morder a alguien más se da cuenta que esto provoca reacción, por lo tanto la mordida también puede utilizarla como un mecanismo de defensa.
No obstante, García Ortega advirtió que los adultos deben tomar una postura adecuada para evitar que, en algunos casos, el niño utilice el recurso de morder con fines de manipulación, dado que en ciertos casos, los padres sin darse cuenta favorecen incluso esta conducta en los infantes.
“Y también puede después usarlo para manipular al adulto porque como está en un proceso de dependencia- independencia, está en ese proceso de tu me castigas a mi entonces yo te castigo a ti haciéndote enojar mordiendo a mi hermanito, a mi compañerito o a ti”, dijo.
Señaló que el hecho de morder puede ser un síntoma de que el niño está intentando llamar la atención no sólo de sus padres sino de otros adultos, como en el caso de los maestros y a pesar de que pueden ser reprimidos continúan incurriendo en esta conducta para ser tomados en cuenta de alguna manera.
Comentó que en estos casos es importante plantear límites al niño de una forma cordial y amorosa y hacerle ver que el morder no es una conducta aceptada ni adecuada y que las personas se pueden sentir agredidas en este sentido.
En caso de que el niño continúe con esta conducta más allá de los tres años de edad, señaló que es probable que se requiera la intervención de un especialista, no obstante son los padres quienes deberán acudir a consulta para recibir la atención de un terapeuta dada la corta edad del infante.
“Aquí no es el niño quien necesita la terapia sino los padres, el trabajo es con ellos, debemos tomar conciencia de que actitudes estamos tomando en la familia”, aclaró la terapeuta.
Mencionó que es importante reforzar la autoestima y la atención que recibe el niño en otros aspectos para que deje de utilizar la mordida como un recurso, como ejemplo citó el celebrar actitudes positivas del menor como cuando termina su comida, se lava los dientes o recoge sus juguetes.
Guadalajara, 11 Dic. (Notimex).