Ha habido mucho pánico estos días en general, pero hay uno que te puedes ahorrar: el pánico de contagiarte de coronavirus a través de la comida a domicilio.

Muchos te dirán que es mejor ni pedir comida a domicilio porque el empaque podría estar contagiado o que la comida fría es más probable que esté infectada y que por eso es mejor que recalientes la comida antes de comértela.

¿Es cierto que te puedes contagiar de COVID-19 a través de las envolturas de comida?

No existe evidencia que indique el el COVID-19 se puede propagar a través de comida o sus envolturas. La OMS dice que la comida no es vía de transmisión para los coronavirus.

En el caso improbable de que una gotita respiratoria de una persona infectada llegue a tu comida si se toman las medidas adecuadas. Pero en el caso de que sí llegue a tu comida, no se puede multiplicar ahí como las bacterias.

Por lo tanto la cantidad de partículas de virus presentes en tu alimento no son muy probables de causar una infección.

Si terminan de estas gotitas en tus envolturas, la única manera de contagiarte sería tocándolas con las manos y luego tocando tus ojos, nariz o boca, pero si te estás lavando las manos antes de comer ya estás tomando las medidas preventivas necesarias.

Si te preocupan los contenedores, simplemente pasa tu comida a un plato limpio y deshazte de los contenedores.

¿Comer caliente en vez de frió puede reducir el riesgo de contagiarte?

Siempre deberías de pedir comida de un lugar en el que confíes que cumplan con todas las normas de seguridad son la comida. Cuando estas normas se cumplen no hay mayor riesgo comiendo comida fría en lugar de caliente.

¿Es más seguro no pedir comida a domicilio durante la cuarentena?

Lo más riesgoso de pedir a domicilio es el contacto que tienes con el repartidor. Así que toma medidas y mantén una sana distancia cuando recojas tu alimento.

Muchos restaurantes ofrecen entregas sin contacto para que la comida esté pagada y te la dejen en la puerta para que no tengas evitar el mayor contacto posible.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.