Estas completamente en tu derecho de regresar una botella de vino por cualquier razón, aún cuando no haya nada mal con el vino.

No deberías dejar que se vuelva hábito, pero a veces el sabor del vino simplemente no va contigo. Tampoco se trata de que te lo acabes porque lo pediste y luego no puedas disfrutar del resto de tu comida. Y finalmente, es trabajo de los empleados de un restaurante servirte lo que quieres.

Claro, puede ser incómodo cuando regreses algún platillo a la cocina porque se te hizo que estaba demasiado salado, el problema es que el sommelier (el experto en vinos que te sirve en restaurantes) esta ahí parado frente a ti en lugar del chef que puede opinar lo que quiera de tus opiniones sobre su comida desde la seguridad de la cocina.

Así es cómo funciona: llega el sommelier a la mesa y con orgullo te sirve un trago del vino que te recomendó y lo pruebas. No tiene ningún problema, pero no te termina de convencer. Puedes rechazarlo con cortesía. Quizá tu opinión sea errónea para el sommelier, pero cualquier mesero o sommelier profesional debería poder ocultar su enojo, desilusión o irritación y debería simplemente traerte otro vino.

¿Quieres que tu vino blanco esté frío como para congelarte el cerebro? Tú eres el cliente, ¡por supuesto!

Fin y al cabo, el trabajo de cualquier empleado en un restaurante es servirte lo que pides cómo lo pides. Si te equivocas de vino, se lo venderán a alguien más, si estás en lo correcto, absorberán el gasto y seguirán adelante.

Si puedes ser descriptivo y usar unos pocos adjetivos que describan lo que quieres en un vino, ayuda al sommelier a ayudarte.

Publicado por Othón Vélez O’Brien.