Suena el teléfono y contesta la pequeña niña de la casa.

Niña: “¿Hola?”

Padre: “Hola hija, habla tu papá, ¿esta mami cerca del teléfono?”

Niña: “No papi, esta arriba en la recámara con el tío Paul.”

Padre: *después de una breve pausa* “Pero querida, tú no tienes a un tío Paul.”

Niña: “Claro que si, esta arriba ahorita en la recámara con mami.”

Padre: *después de otra pausa* “Eh, esta bien entonces, esto es lo que quiero que hagas. Deja el teléfono, corre por las escaleras y toca la puerta de tu mami y grita que el coche de papi acaba de llegar.”

Niña: “Esta bien papi, dame un minuto.”

Pasan unos minutos y la niña regresa al teléfono.

Niña: “¡Ya lo hice papi, lo hice!”

Padre: “¿Y qué pasó hijita?”

Niña: “Bueno, mami se asustó y salió de un salto de la cama desnuda y se puso a correr gritando. Luego se tropezó con el tapete, se pegó la cabeza con un mueble y ahora no se esta moviendo.”

Padre: “¡Dios mio! ¿Y qué pasó con tu tío Paul?”

Niña: “Salió por la ventana del cuarto hacia la alberca. Pero supongo que no supo que lo vaciaste de agua la semana pasada para limpiarla. Cayó dentro de la alberca y ahora tampoco se mueve y creo que le esta saliendo sangre.”

*Hay una pausa bien larga en la llamada*

Padre: ¿Alberca? ¿Estoy marcando al 486-5732?

Publicado por Othón Vélez O’Brien.

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