Casi todas las culturas en la tierra se sorprenden con la idea de la infidelidad y a pesar de eso, cientos de películas, canciones y series de TV basan sus historias en este comportamiento. Pero, ¿qué la convierte en tabú? ¿Existe alguna afirmación que asegure que los humanos estamos destinados a ser infieles?

La ciencia asegura que la infidelidad vive en nuestros genes.
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Los humanos forman parte del 3% de mamíferos que acostumbran una vida monógama. Aún así, la infidelidad se ha convertido en el problema de muchas relaciones alrededor del mundo. ¿El culpable de esto? La dopamina, el neurotransmisor encargado de controlar los estímulos relacionados con el placer y la recompensa.
La dopamina es liberada después de que el cuerpo experimenta actividades placenteras como comer, ejercitarse y tener un orgasmo. Este estudio realizado en 2010 explica que los receptores de dopamina ubicados en nuestro ADN podría ser la razón por la cual las personas son infieles. Las personas con un ADN con receptores de dopamina largos suelen ser las que tienen conductas relacionadas con la infidelidad y comportamientos adictivos.
Además de la dopamina, la hormona vasopresina es otro factor que influye en la infidelidad. Esta hormona, estimulada por los abrazos y caricias, puede afectar la capacidad de confianza, empatía y la socialización. El deseo de ser monógamo puede aumentar si esta hormona se produce en mayor cantidad en el cuerpo.
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Entonces, ¿más vasopresina es igual a una mejora en el comportamiento monógamo?
Es difícil asegurarlo, pero esta evidencia científica comprueba que para algunas personas ser fiel y encontrarse en una relación monógama es más difícil debido a los factores genéticos y biológicos que la rodean.

Vía: ScienceAlert