Aunque el hedonismo contemporáneo siempre nos recuerda que sólo se vive una vez, existen razones con bases científicas que revelan daños a la salud derivados de combinar alcohol y bebidas energéticas.
Por ejemplo, en 2012 un estudio reveló que las personas que suelen consumir estos cocteles son 600% más propensas a sufrir taquicardia y 400% a experimentar temblores, irritabilidad e insomnio.
Otros estudios observan que las personas con el gusto por estas bebidas experimentan la constante incapacidad de emitir juicios en relación con su bienestar. Uno de los ejemplos es la sensación de insaciabilidad derivada de la alta dosis de cafeína, que puede durar hasta 6 horas.
Las consecuencias: el consumo excesivo de alcohol, que conlleva una intoxicación peligrosa y una alta probabilidad de accidentes automovilísticos, entre otros.