Se trata del primer avión tripulado que logra volar 24 horas únicamente con energía solar. ¿Un avión que depende del sol y vuela de noche? “Teóricamente”, dijo su piloto, Bertrand Piccard, “puede volar por siempre”.

Así, el Solar Impulse, de tecnología suiza, se ha propuesto superar cualquier récord y convertirse, en 2015, en el primer avión que utiliza energía solar en dar la vuelta al mundo.

Es un objetivo ambicioso para el Solar Impulse, una aeronave lenta y de diseño poco convencional, sin baño y con una cabina diminuta. Hecho de materiales ultralivianos, los paneles solares están construidos sobre sus alas. Básicamente, es un enorme panel solar.

Dar la vuelta al mundo es solamente una parte del plan. La misión también buscará imponer una agenda ambiental dirigida a la promoción de tecnología sustentable y fuentes de energía renovables como el sol y el viento.

Las turbulencias representan el mayor peligro para el Solar Impulse, dijo Piccard desde el aeropuerto Phoenix Sky Harbor. Mientras volaba cerca del emblemático Golden Gate Bridge en San Francisco, sufrió una de las peores turbulencias desde que comenzó a pilotear el Solar Impulse en Europa hace unos años.

Viajando a la velocidad crucero de 70 kilómetros por hora de la nave, Piccard “debió luchar mucho para no perder el control del avión”, recordó. Volar por nubes y cerca de montañas, dijo, significa una mayor posibilidad de turbulencia. Por ello y ante cualquier eventualidad, lleva siempre consigo un paracaídas.

[sws_divider_line]

[sws_red_box box_size=»630″] Los hombres [/sws_red_box]

Piccard, de 54 años, es un aventurero por definición y cuenta con varios récords que lo respaldan. Décadas después de ser pionero de las aeronaves ultralivianas en los años 70, Piccard y su colega Brian Jones fueron los primeros en dar la vuelta al mundo en globo en 1999.

Romper barreras es una tradición familiar. Su abuelo exploró la estratósfera en una cámara a presión llevada por un globo. A una altura de 16 kilómetros, fue el primer hombre en ver la curvatura de la Tierra con sus propios ojos.

Su padre sondó el Pacífico y, con un submarino especial, llegó a la profundidad récord de 11 kilómetros.

“Me inspiraron muchísimo”, dijo. “Cada una de mis aventuras es una forma de rendirles tributo por todo lo que me mostraron y enseñaron”, agregó.

Un dato: Piccard es además un prestigioso fisiatra reconocido por su experiencia en hipnosis.

Borschberg, su copiloto de 60 años, se sumó al proyecto tras más de dos décadas como piloto de guerra de la Fuerza Aérea Suiza. El hombre acompañó a Piccard durante el vuelo de 24 horas del Solar Impulse.

[sws_divider_line]

[sws_red_box box_size=»630″]La máquina [/sws_red_box]
Este ejemplo de ingeniería elegante parece un ganso gigante. Con alas de más de 63 metros, el Solar Impulse es incluso más ancho que un Boeing 747.

Un 747 puede despegar con un peso de hasta 378 mil kilogramos. Este avión pesa apenas 1600 kilogramos, prácticamente lo mismo que una Honda CR-V. Sus baterías pueden almacenar la suficiente energía del sol durante el día para que el avión vuele durante la noche.

¿Y qué sucede en la cabina cuando la naturaleza llama? Piccard, un caballero, lo explica así: cuando el avión despega,  “tenemos botellas llenas de agua a la derecha y botellas vacías a la izquierda”, dijo. “Cuando aterrizas, es al revés”.

[sws_divider_line]

[sws_red_box box_size=»630″]La misión [/sws_red_box]

Los objetivos del Solar Impulse van más allá de romper récords y hacer historia. El grupo se propone cambiar mentes e influir en generaciones futuras. En cada parada de su itinerario, Piccard y Borschberg invitan a las personas a utilizar tecnologías que ahorran energía y promueven la utilización de fuentes de energía renovables.

(CNN)