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El explorador canadiense Adam Shoalts sabía que se dirigía a territorio inexplorado cuando salió a recorrer en solitario el remoto río Again, en el noreste de Canadá.

Lo que no esperaba el hombre de 27 años, originario de Fenwick, Ontario, era precipitarse sobre una cascada de seis metros de altura que nunca se había documentado, y después, descubrir seis cascadas más tras reparar su canoa.

El río Again tiene casi 100 kilómetros de largo y es un tributario del río Harricanaw de Quebec, parte de las Tierras Bajas de la bahía de Hudson, en Canadá.

Es una de las regiones más grandes del mundo en la que no hay caminos, además de la Antártida, dice Shoalts, y contiene ríos tan remotos que incluso en la actualidad hay algunos que no se han cartografiado con precisión, incluido el Again.

“Tomó cinco años planear la expedición”, dice. “Requirió de investigaciones exhaustivas, de analizar registros de exploradores, notas del Servicio Geológico, hablar con los ancianos aborígenes”.

Sin embargo, en sus investigaciones no encontró indicios de los peligros que le esperaban.

Ni siquiera las imágenes satelitales de baja resolución de Google Earth —que es todo lo que existe para esta remota parte de Canadá— sirven para detectar cascadas.

“El plan era explorar el río, registrar datos sobre flora y fauna, rápidos y geografía en general”, dice. “Sabía que habría muchos rápidos de aguas blancas, pero nadie sabía que hubiera cascadas en el río”.

Shoalts llevó a cabo dos expediciones de reconocimiento en la región con el apoyo de la Real Sociedad de Geografía de Canadá (una en 2008 y otra en 2009), en las que exploró las tierras silvestres que rodean al río Again. Sin embargo, no pudo recorrer el río en canoa, porque tan solo llegar al sitio donde nace el Again es un reto que requiere de abrirse paso entre la maleza y saltar arroyos durante varios días.

“En agosto de 2012, regresé solo, decidido a recorrer el río en canoa pasara lo que pasara”, relata. “Las siete cascadas fueron muy inesperadas y especiales”.

La primera cascada que Shoalts encontró —demasiado tarde para rodearla— tenía 6 metros de altura.

De las seis que descubrió, la más alta tiene 12 metros de altura.

“Lo primero que pensé cuando me di cuenta de que el agua me estaba arrastrando hacia la cascada fue: ‘¡Vaya, qué descubrimiento tan asombroso! ¡La Sociedad de Geografía estará fascinada!’”, recuerda.

“Lo siguiente que pensé fue: ‘¡Cielos, esto no será bueno!’. Me di cuenta de que no podía escapar a la corriente así que simplemente me preparé para la caída”.

Shoalts recuerda que quedó atrapado bajo el agua por la succión de la cascada “por tanto tiempo que se volvió incómodo”.

Salió a la superficie, sin aliento, y vio su canoa volteada en un remolino, cerca de la orilla.

“Nadé hacia la orilla, recuperé la mayor parte de mi equipo —salvo mi sombrero, mi caña de pescar y unos mocasines— y luego me dispuse a reparar mi canoa. Una vez que recuperé el aliento, claro está. Me tardé como una hora y media en reparar la canoa y me dispuse a seguir río abajo”.

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[sws_blue_box box_size=»700″] El regreso al sitio del descubrimiento [/sws_blue_box]

Esta semana, Shoalts regresará al río Again para continuar con su trabajo para la Real Sociedad de Geografía de Canadá (RCGS, por sus siglas en inglés).

Volverá a trazar su ruta y fotografiará, medirá y documentará la ubicación exacta de cada cascada para que se puedan agregar a los mapas topográficos, previa verificación con imágenes del satélite Spot.

“Esta expedición es la exploración geográfica en el sentido más puro: el trabajo de Shoalts cambiará el mapa de Canadá… una rareza en la exploración del siglo XXI”, señala la RCGS.

La tecnología sirve a los exploradores a hacer descubrimientos en una época en la que los hallazgos significativos son increíblemente raros.

Recientemente, en junio de este año, los arqueólogos anunciaron que habían encontrado una enorme ciudad medieval enterrada debajo de la impenetrable jungla en Siem Riep, Camboya.

No se habría descubierto sin la ayuda de un instrumento láser de detección a distancia.

Aunque Shoalts dice que los dispositivos son útiles en el terreno, es importante no depender totalmente de ellos.

“El equipo electrónico moderno y otra clase de dispositivos no sustituyen a las habilidades y los conocimientos tradicionales”, dice. “Al principio no usaba un GPS (sistema de posicionamiento global, por sus siglas en inglés), solo usaba un mapa y una brújula, el sol y las estrellas. Ahora tengo un GPS, pero no dependo de él”.

“Tengo un teléfono satelital que me permite comunicarme desde el terreno, pero no funciona en el bosque o cuando llueve, así que tiene sus limitaciones y trato de no depender de él”.

“Uso un teodolito modificado que diseñó mi padre para medir la altura de las cascadas”.

También recurre a las fotografías aéreas y a las imágenes satelitales cuando planea las expediciones, “pero a final de cuentas, no sustituyen a la vieja exploración directa en el terreno”.

Para quienes sueñan con ser como Magallanes, no es demasiado tarde para incorporarse al juego, dice Shoalts.

“La era de la exploración nunca terminará del todo… tomará mucho tiempo explorar los océanos, las cuevas, la Antártida, gran parte del norte de Canadá”, dice.

“Se siguen descubriendo especies nuevas; siempre existirá la arqueología, la paleontología, la ciencia… la imaginación es en realidad el único límite”.

CNN