Al presidir la misa con motivo de la Epifanía, el cardenal Norberto Rivera Carrera señaló que la fiesta de los Reyes Magos nos debe recordar no sólo los regalos que estos personajes misteriosos le llevaron a Cristo, sino el «gran regalo que hemos recibido de la fe».

Nos recuerda, añadió, «que el camino de nuestra fe no está exento de peligros y oscuridades, que la fe es toda una aventura que nos exige dejar muchas cosas y emprender caminos nuevos, que nuestra fe es auténtica sólo si termina en el encuentro personal con Cristo y si somos testigos de que viene a manifestarse como luz».

En la Catedral Metropolitana, Rivera Carrera refirió durante su homilía, que la fe no se puede reducir al ámbito de lo íntimo, sino que debe traducirse en obras que manifiesten esa fe en toda la actividad humana, personal, familiar, profesional y social.

Así concebida la fe, no puede ser un escapismo de la historia y de los problemas humanos, no puede ser una alienación del quehacer terreno, sino todo lo contrario, abundó.

Es un compromiso con todo lo creado, es una colaboración responsable para llevar este mundo a su plenitud, para iluminar las tinieblas, con el riesgo de sufrir el mismo rechazo que sufrió Cristo al llegar a este mundo.

Rivera Carrera, también encargado de la Arquidiócesis más grande del mundo, recordó que este día, la Iglesia universal celebra la fiesta de la Epifanía del Señor. Epifanía, indicó, en griego significa manifestación, revelación o aparición.

«Celebramos la manifestación del Señor a todos los pueblos paganos representados por esos personajes misteriosos que llamamos Reyes Magos, celebramos la vocación universal a la salvación, la llamada a la fe a todos los que no éramos pueblo elegido y que en Cristo comenzamos a serlo».

El prelado aseguró que la fe en Cristo es «un regalo, un don, que Dios nos ha hecho llegar por caminos muy diversos, pero esto no quiere decir que la fe sea algo extrínseco a nosotros, como si fuera un paquete que se guarda».

«No, la fe es algo vital, algo que invade todo nuestro ser, desde el entendimiento, hasta la práctica, pasando por la voluntad y el corazón. En el Año de la fe, este don no lo podemos reducir a la aceptación de unas verdades», subrayó el prelado.

La fe es algo mucho más amplio, la fe es tener una visión del mundo, de las personas, de la vida y de la muerte, de la economía, de las relaciones humanas, del amor y del sexo, de la política y de la ecología, iluminadas por el evangelio que Él ha proclamado y que sigue resonando en su Iglesia. (Notimex)