Agentes de la Policía Nacional española y la Policía de Fronteras francesa desarticuló una amplia red dedicada a introducir ilegalmente a ciudadanos chinos en Europa y Estados Unidos.
En la operación fueron detenidas en total 75 personas, 51 de ellas en España y 24 en Francia. Entre los detenidos se encuentran los máximos responsables en Europa de la organización, localizados en Barcelona, noreste español.
El Ministerio español del Interior indicó que los miembros de esa red cobraban entre 40 y 50 mil euros (53 y 66 mil dólares) por transportar bajo identidades falsas a ciudadanos chinos hasta Estados Unidos y países como España, Francia, Grecia, Italia, Reino Unido, Irlanda y Turquía.
Señaló que en ocasiones, las vías abiertas por esta red también eran usadas para la trata de personas con fines de explotación sexual.
Precisó que fueron incautados 81 pasaportes falsificados de países asiáticos como como Taiwán, Corea, Malasia, Japón, Hong Kong o Singapur.
Expuso que en julio de 2011 iniciaron las averiguaciones sobre esta compleja organización, dedicada principalmente al favorecimiento de la inmigración ilegal y la trata de personas con fines de explotación sexual.
La propia composición de la organización, perfectamente estructurada, jerarquizada, con su máximo responsable asentado en China y células independientes establecidas y operando en diferentes países con el máximo hermetismo dificultó las investigaciones.
El modus operandi comenzó con la captación de personas interesadas en abandonar China y trasladarse a Europa o Estados Unidos, esto a cambio de una deuda vitalicia que solía oscilar entre los 40 y los 50 mil euros.
La organización proveía de pasaportes falsificados y encargaba a “pasadores” el acompañamiento a lo largo de todo el viaje.
Estos expertos eran siempre miembros de total confianza de la organización y conocedores en profundidad de los aeropuertos y ciudades europeas por los que discurrían los traslados.
Los “pasadores” residían mayoritariamente en China o Malasia y se desplazaban a la ciudad designada únicamente cuando recibían el encargo de realizar un pasaje, regresando tras el viaje a su lugar de residencia con el fin de dificultar así su localización.
Las rutas y los documentos empleados para trasladar a las personas hasta los lugares de destino cambiaban constantemente en función de los éxitos o fracasos obtenidos en viajes previos, de las necesidades del mercado o de las formas de evitar la detección de los “pasajeros”, señaló el Ministerio del Interior.
“Normalmente les daban instrucciones precisas sobre cómo pasar desapercibidos en los controles fronterizos, por ejemplo camuflándose entre grupos de turistas”, agregó.
La organización se encargaba también de confeccionar pasaportes falsos de diversos países asiáticos como Taiwán, Corea, Malasia, Japón, Hong Kong y Singapur. Las falsificaciones eran realizadas en China y después eran remitidas a Europa.
España era la última escala dentro de los vastos viajes que ejecutaba la organización, país que suponía el trampolín hacia el destino final, habitualmente Reino Unido o Estados Unidos.
La llegada solía realizarse al aeropuerto del Prat de Llobregat en Barcelona, donde colaboradores de la organización se encargaban de la recogida y de proporcionar alojamientos seguros en los que permanecer el tiempo necesario hasta que se gestionaban los trámites y documentos exigidos para el último traslado.
Madrid, 10 Ago (Notimex)