[sws_blockquote align=”” alignment=”” cite=”” quotestyles=”style02″] La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla. [/sws_blockquote]
Rodeado de familiares y amigos, el escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982, murió esta tarde en su domicilio de la capital mexicana.
A 10 días de haber abandonado el Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas “Salvador Zubirán”, donde fue atendido por deshidratación, una infección de vías respiratorias y otra de vías urinarias, Gabo ha cerrado el capítulo de intensa y prolífica existencia.
El “Padre del realismo mágico” puso fin a la mayor de sus historias, la que condensa su faceta de agudo periodista, que hizo del relato su mejor herramienta; el laureado novelista que dejó entrañables personajes de y para el imaginario latinoamericano, pero también la del entrañable ser humano, con el don de hacer buenos amigos.
Gabriel García Márquez nació el 6 de marzo de 1927, en Aracataca, Colombia, una aldea perdida en el Caribe colombiano que renace una y mil veces bajo el nombre de Macondo gracias a la extraordinaria capacidad fabuladora de su creador.
Allí creció al lado de sus abuelos maternos, quienes influyeron en su futuro literario con sus historias, fábulas y leyendas, creando un mundo que lo formó y en el que acaso siempre vivió.
Su primer acercamiento a las letras lo tuvo al encontrar un libro viejo y maltrecho de “Las mil y una noches”, comenzando así una intensa y prolífica relación con la literatura, que pareció abandonar en 2004, cuando fue publicado el libro “Memorias de mis putas tristes”, y cuando él mismo decía ya no escribir porque al parecer ya no se concentraba lo suficiente.
Por el año de 1955, García Márquez fue corresponsal del diario “El espectador”; luego estaría en Ginebra, París, Roma, Checoslovaquia, Polonia, Rusia y Ucrania, al tiempo que escribía “El coronel no tiene quien le escriba”.
También se iría a vivir a Nueva York y finalmente a México, país que lo acogió como suyo y al que el “Gabo” adoptó como su segunda patria. Se dice que fue aquí donde escribió “Cien años de soledad” (1967), considerada su obra maestra, pasaporte al Nobel y a la universalidad.
Esta obra provocó, en palabras de Mario Vargas Llosa, “un terremoto literario en América Latina. La crítica reconoció en ella una obra maestra y el público refrendó este juicio agotando desde entonces, sistemáticamente, las reediciones, que, en algún momento, alcanzaron el ritmo asombroso de una por semana”.
Para la década de 1970, García Márquez publicó diversas obras también celebradas, como el libro de cuentos “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada” (1972) y la novela “El otoño del patriarca” (1975), que aborda el tema de la dictadura.
Posteriormente, se dieron a conocer “Crónica de una muerte anunciada” (1981), “El amor en los tiempos del cólera” (1985), la crónica política “La aventura de Miguel Littin” (1986) y “El general en su laberinto” (1989).
Con sus obras, el escritor grabó en la historia de la literatura y del ser humano imágenes imborrables.
La calidad de sus libros y su memorable trayectoria le valieron reconocimientos como el Premio Nacional de Literatura en Colombia, en 1965; el Internacional de Novela “Rómulo Gallegos” (1972), y desde luego el Nobel de Literatura 1982.
Ya lo decía el propio Gabo:
Lo único malo de la muerte es que es para siempre
Mariposas amarillas.