La vida de la colonia de Los Arquitectos  fue  grandiosa; pero breve ya que tan solo a 44 de su creación se fraccionaron los ranchos vecinos: La Blanca y el Cebollón que se le integraron formando la Colonia San Rafael, extendiendo los límites originales hasta la Ribera de San Cosme al norte y llegando por el poniente hasta el Rio de la Verónica formando la calle de Melchor Ocampo, que hoy entubado forma parte del Circuito Interior.

La angosta callecita de Ramón Guzmán al oriente fue ensanchada y con la desaparición de la Estación Ferroviaria denominada “Estación Colonia”; vía que unía la ciudad de México con Toluca, fue factible hacer la liga de Insurgentes Sur con  Insurgentes Norte; formando lo que hoy es Insurgentes Centro que a su cruce con Paseo de la Reforma se genera la esquina más famosa de la Ciudad.

Las vías de tren  se quedaron sepultadas en tierra haciendo un jardín, hoy denominado del Arte. Durante los  primeros años del siglo XX toda la nomenclatura de la Colonia cambió teniendo cada calle  su orientación y un número progresivo  como: norte 1, oriente 4, poniente 2, etc. Este intento racionalista sólo duró unos años y fracasó; en su lugar dieron a las calles el nombre de personas destacadas del siglo XIX; tanto en literatura, filosofía, pedagogía y políticos de la época de la Reforma, con excepción de James Sullivan quien fue ingeniero ferroviario.

Al norte se mantuvo el nombre de San Cosme, que es parte de la Calzada México-Tacuba;  la avenida más antigua del continente americano uniendo desde 1200 a Tenochtitlán con Tlacopan, en una franja de tierra ganada al lago del rededor con interrupciones para el paso de canoas; pasos salvados con puentes de vigas por lo que la Calle de Serapio Rendón su primer cuadra se llamaba  Puente Levadizo, cuadra  donde vivió una hija de Benito Juárez, predio que hoy ocupa el Cine Opera, la otra hija vivía a media cuadra al sur con su madre Margarita Maza, viuda de Juárez, quien ahí muere.

Y seguiremos  destapando estas  maravillas de la Colonia en la próxima entrega.

Escrito por Arq. Ruben Ochoa Ballesteros