Pancho Villa inicia su inconformidad cuando el hacendado viola a su hermana, ahí nace el caudillo del norte. Emiliano Zapata quien nunca fue un ranchero pobretón (eso le convenía mucho al PRI hacernos creer), inicia su inconformidad cuando le quitan sus tierras, ahí nace el caudillo del sur. ¿Y de que sirvió, tanta sangre, tanto dolor, tanta bala? Pues la verdad… de nada, de absolutamente nada.

Hoy, 103 años después, estamos igual o peor. Tanto a Villa como a Zapata los traiciona su deseo de confiar, su miedo a la silla, su temor al poder, pues “La silla corrompe y embrutece”, decían entre ellos. Francisco Villa empieza solo y cruza el Rio Grande para empezar su revolución con un puñado de menos de 10 hombres, con unos costales de sal, unas cuantas carabinas, mucho enojo y mucha sed de justicia. A los pocos meses tenía un ejército de más de 80,000 hombres y mujeres. Zapata, de manera similar, acepta su liderazgo y con lo poco que le queda de lo mucho que le habían quitado, comienza también con un puñado de hombres a armar su propio ejército, varias decenas de miles a los tres meses.

Seguramente ni Villa ni Zapata tuvieron que pensar mucho el armado de sus respectivos ejércitos, solo tenían la vida por perder, todo lo demás ya se los habían quitado. Y, me pregunto ¿Cuánto más nos tienen que quitar para responder? ¿Cuántos mexicanos ya perdieron su empleo, su negocio? ¿A cuántos ya les mataron a un hijo, les violaron sus derechos, a cuantos ya nos secuestraron? ¿Cuánto más vamos a aguantar? ¿Y si armáramos un ejército otra vez? Y, si como lo hicieron Villa y Zapata en su momento, empezáramos a convencer a uno y a otro mexicano cercano a levantarse en “armas”, a ya no dejarse boca bajear. Señores, a todos nos han quitado algo o mucho; a la mayoría la libertad, a otros muchos sus bienes, a los jóvenes su derecho a educarse, a las madres el derecho a vivir tranquilas, al campesino sus tierras, al empresario honesto su negocio, a todos el derecho de un gobierno honesto.

La Revolución es un mito que no se ha concretado nunca. La han convertido en un show anual, en un desfile, en una pantomima. Hoy tenemos un grupo de pelados tomando el monumento a la Revolución donde están sepultados algunos de nuestros caudillos, pisoteados por una bola de agremiados. Nos han dividió y lo han hecho bien. Hoy los políticos corruptos como lo era Huerta, los pocos pero poderosos empresarios corruptos como eran los Creel, nos hacen creer que ellos son los buenos, que son dueños del territorio nacional. Divide y vencerás decía Napoleón. Pues lo hacen y lo hacen bien.

Por eso me pregunto: “Y si nos uniéramos, si las nuevas tecnologías sirvieran para armar ese gran ejército de mexicanos comprometidos, con identidad, con autoestima alta, que tome las calles, que contagie consciencia y dignidad, que no se deje diluir, que no sea llamarada de petate como fue el 132, o el ejercito zapatista, o quien sabe cuántos más.

Los mexicanos unidos, hacen maravillas, rescatan pueblos de terremotos, enfrentan crisis económicas, incluso hasta juegan bien futbol (a veces). Empecemos la nueva Revolución con armas diferentes pero más eficaces, que los diputados y senadores, las amas de casa, las ONGs, los empresarios chicos, medianos y grandes, los verdaderos maestros, los ciudadanos, nos unamos. Que la mucha sangre derramada hace 103 años tome verdadero sentido de cohesión e identidad, que haya valido la pena. Únete, propaguemos la idea, de levantar la voz y empecemos “La Revolución del 2013” armando una gran red social, que vía Facebook, twitter, youtube, se una, exprese ideas propositivas, que actúe. Pasemos la voz, hagamos que suceda. Qué no nos traicione como a Villa o a Zapata, el miedo a la posibilidad de tener poder, de generar cambios a los que despertemos en busca de un México justo y verdaderamente soberano.

por Alfonso del Valle Azcué